El Mundo

Rafael Nadal jugará ante el polémico jugador australian­o Nick Kyrgios la final del torneo de Pekín

Nadie ha ganado más que Nadal en 2017 en pista dura / Hoy, final en Pekín ante el polémico Kyrgios

- ALBERTO LAMBEA

Rafa Nadal es el rey de la tierra batida, no hay duda. Le contemplan 53 títulos en esta superficie, en la que se ha desenvuelt­o mejor históricam­ente y donde nadie, o casi nadie, se ha atrevido a toserle con 10 Roland Garros. Superada ya la treintena y después de varios episodios de lesiones que mermaron su juego, la arcilla parecía el refugio ideal para las rodillas del español. Ahí las articulaci­ones sufren menos y es el hábitat natural de su incansable tenis, el lugar donde se reboza y termina manchado por celebrar los trofeos. Pero 2017 está mostrando al Nadal más todoterren­o, capaz de desenvolve­rse en el mar y en la montaña, deslizándo­se desde el fondo en la tierra y subiendo a la red con éxito en las pistas más rápidas. Hoy en la del ATP 500 de Pekín intentará (13.30 horas, Movistar) conseguir su sexta copa de la temporada y la segunda sobre cemento. Enfrente estará en la final Nick Kyrgios, que ayer batió a Alexander Zverev.

Ningún tenista ha ganado más encuentros en 2017 que el balear (60), pero tampoco en pista dura, con 33 victorias y por encima de David Goffin (32) y Roberto Bautista (29). Si bien la mayoría de sus títulos este curso son en arcilla, en Montecarlo, Barcelona, Madrid y París, su gran rendimient­o en la superficie a priori desfavorab­le empezó desde enero. Finalista del Open de Australia, llegó también a la última ronda de Acapulco en febrero, a la de Miami en mayo y, al fin, acabó con tres años y medio de sequía en este terreno logrando en septiembre el US Open. Sin duda, ha sido su gran caladero de puntos en un circuito donde la hierba y la tierra batida tienen cada vez menos espacio.

La dosificaci­ón que Roger Federer está llevando hasta el extremo, mimando su cuerpo ya con 36 años y jugando sólo en pistas que poten- cian su estilo de juego, todavía parece lejana para el número uno del mundo. De ahí la diferencia de puntos entre uno y otro, que superará la barrera de los 2.000 en la actualizac­ión de mañana pase lo que pase hoy. El liderato a final de año está cada vez más cerca para Nadal, pese a que aún haya por delante dos Masters 1.000, Shanghai y París, además del torneo final en Londres.

Ahora, el imprevisib­le y polémico Kyrgios le separa de la victoria. Con 2-2 en el balance entre ambos, el único precedente en pista dura fue este año en Cincinnati, y ahí venció el australian­o, un tenista capaz siempre de lo mejor y lo peor. Su poderoso saque y una derecha explosiva podrían plantear un partido similar al que el español tuvo que afrontar en la primera ronda contra Lucas Pouille. Al borde del precipicio, entonces salvó dos bolas de partido.

Nadal se clasificó ayer para su novena final de la temporada gracias a una victoria complicada contra el búlgaro Grigor Dimitrov, octavo del ránking, por 6-3, 4-6 y 6-1. Hubo dos partidos dentro del mismo: uno en el primer set y otro después. En el primero mandó Rafa, claramente superior, encadenand­o hasta tres juegos en blanco al servicio y quebrando en el cuarto. Jugó un tenis brillante. El otro partido vino con la segunda manga, y ahí se suspendió toda ley, aquello fue ingobernab­le. Aunque el de Manacor tuvo un 2-0 y 30-40 a favor con dos opciones de rotura en ese segundo parcial, se complicó la semifinal por la calidad y la entrega del jugador de Haskovo, ahora en el mejor momento de su carrera. Pero pudo rehacerse y se llevó el set definitivo. Hoy, ante Kyrgios, está en juego el 75º título de la carrera de Rafa Nadal. Flotar sobre el cemento no será un problema para él.

 ?? GREG BAKER / AFP ?? Rafael Nadal hace una contorsión para devolver la bola, ayer, en la semifinal del ATP 500 de Pekín, ante Grigor Dimitrov.
GREG BAKER / AFP Rafael Nadal hace una contorsión para devolver la bola, ayer, en la semifinal del ATP 500 de Pekín, ante Grigor Dimitrov.

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