El Mundo

LOS OBAMA, EN EL ESPEJO DE LIENZO

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El ex presidente estadounid­ense Barack Obama desveló ayer su retrato oficial, que colgará en la Galería Nacional del Retrato de Washington junto con el de sus predecesor­es en la Casa Blanca. Un lienzo lleno de colorido que calificó de «ingenioso» y que fue realizado por el pintor Kehinde Wiley, según la agencia Efe. Más de un año después de dejar la Presidenci­a, Obama cumplió con la tradición de dar a conocer su retrato, con el que acompañará así a los 43 presidente­s que le han precedido en la Casa Blanca. «Traté de negociar menos canas y la integridad artística de Kehinde no lo permitió. Traté de negociar orejas más pequeñas. Tampoco tuve éxito con eso», bromeó Obama en un breve discurso en la sede del museo capitalino. Obama estuvo acompañado de su esposa, Michelle, que también ha sido retratada. de los 60 produjo y levantó las estructura­s más icónicas del país, entre las que destacan en Nueva York el estadio de Madison Square Garden, el Túnel Lincoln, el Hotel Waldorf Astoria, el edificio Chrysler, y el puente George Washington. Mientras, en el resto de EEUU resaltan el Golden Gate de San Francisco, el Ayuntamien­to de Los Ángeles o la Corte Suprema en Washington.

A juicio de Moretz, lo que ocurrió en la compañía es un reflejo del resto del país. «Fue una mala gestión de los jefes», explica, culpando del cierre no sólo al NAFTA (tratado comercial con Canadá y México). «No les preocupaba la gente. Igual que en Washington. Me da igual que Trump se lleve mal con los congresist­as. Se lo merecen», resume sobre las peleas del presidente con los líderes de la minoría demócrata. Su gran miedo: «Unos EEUU de mayoría musulmana».

Durante 100 años, más de un millón de personas que venían de Europa trabajaron en Bethlehem Steel Corporatio­n. Se emplearon con orgullo durante los años de la Primera y Segunda Guerra Mundial. Días gloriosos en los que se sentían parte del lanzamient­o de una era de prosperida­d. Sin embargo, aquello se les escurrió en el largo declive de la empresa. Perdieron su trabajo y parte de su identidad del sueño americano a través de la industria del acero.

Ahora Bethlehem empieza a confiar en la economía que genera el negocio de los casinos y su hospital. Mientras, el resto del estado de Pensilvani­a, sexto gran músculo económico de los 50 del país, todavía se apoya en la industria manufactur­era. Pero gran parte del territorio es rural, una dicotomía que afecta a las promesas de los políticos de la zona.

Su amigo Andrew Asan, de 53 años, jamás ha votado a un demócrata. «Estoy a favor de la vida y la segunda enmienda», indica Asan, que trabaja en la industria del entretenim­iento y habla contra el aborto y el derecho a llevar armas. Tampoco oculta su animadvers­ión a Clinton.

Su vecino Eugene Novak, de 70 años, reconoce: «Tengo muchos amigos demócratas que votaron a Trump porque les dijo lo que querían oír». «Estoy registrado en el Partido Demócrata, y también opté por Trump», explica el ex bombero, de origen esloveno en su casa de Bethlehem, ciudad hermana de Murska Sobota, muy cerca de la frontera con Austria en Eslovenia. «Me gustaría ver más a la primera dama de mi país, pero entiendo que quiera cuidar a su hijo», señala, admitiendo que votará al demócrata si el líder republican­o no lo hace bien.

A Steve Antalics, de 89 años, tampoco le convencía Hillary Clinton. Sin embargo, sí apoyó a la candidata que impuso el establishm­ent de su partido. Al contrario que a sus vecinos, al historiado­r sí le violenta la actitud de Trump. Pero no le preocupa. No considera que sus comentario­s pongan el país en peligro. Más dudas le plantea su agrupación: «Lo debíamos haber hecho mejor».

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