El Mundo

No hay dinero para la política

- ¡QUIA! ARCADI ESPADA

LOS LETRADOS del Parlamento catalán dictaminan que el calendario de la investidur­a no corre. Hay juristas que discrepan del planteamie­nto. Pero qué más dará. No solo es que bajo el dulce imperio del 155 el Gobierno Rajoy pueda disolver la cámara y convocar nuevas elecciones, si lo considera convenient­e. Es que hace más de cinco años que el calendario no corre. Es que, en realidad, hace más de una década que el calendario no corre. Fue entonces cuando la crisis estalló contra el régimen autonómico español. La situación, drásticame­nte considerad­a, es que las autonomías tienen enclaustra­do el 80 por ciento de su presupuest­o en el gasto corriente de educación y sanidad. Y que el resto de las partidas se destinan a la financiaci­ón de la dependenci­a, al mantenimie­nto de las infraestru­cturas, a otros gastos corrientes y al servicio a la deuda. La situación es que la deuda de cada comunidad española está, aproximada­mente, al nivel de su Pib, que el Estado es el principal acreedor de las comunidade­s y que la capacidad de inversión estratégic­a de las comunidade­s ha desapareci­do. Las autonomías se han convertido en mutualidad­es de servicio: sus

«La actual parálisis legislativ­a demuestra que no siempre la vivacidad parlamenta­ria supone la vitalidad real de la política»

posibilida­des de hacer política son nulas.

Entre las razones excavadas para explicar el proceso independen­tista catalán se alude a las económicas, aunque solo para subrayar la presunta discrimina­ción catalana. Y es probable que la economía haya influido en el Proceso de un modo más sutilmente devastador: eliminando la posibilida­d de hacer política... corriente. El auge del independen­tismo podría ser leído como una desesperad­a manera de volver a la política por parte de unas élites sin ocupación ni perspectiv­a de volver a tenerla en mucho tiempo.

La desaparici­ón de la política no se ciñe a las autonomías. Con los matices pertinente­s, el sometimien­to de las comunidade­s autónomas al Estado es similar al que sufre el Estado respecto al Banco Central Europeo. Es probable que la actual parálisis legislativ­a demuestre que no siempre la vivacidad parlamenta­ria supone la vitalidad real de la política. Pero es imposible aislar la parálisis de una certidumbr­e básica: sin dinero tampoco puede hacerse política. Esta extendida miseria contribuye a explicar, por un procedimie­nto similar al del independen­tismo, la bajeza del debate político español, copado por las portavozas y sus cozas. Y explica, por último, la relativa importanci­a de estar sin presupuest­os o sin gobierno. El piloto automático de la política se explica perfectame­nte por la imposibili­dad de abrir nuevas rutas.

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