El Mundo

Real Madrid y PSG se enfrentan en la eliminator­ia de la Champions más esperada

El campeón, en su torneo fetiche, busca su versión más competitiv­a ante un PSG cargado de amenazas y ambiciones

- JAIME RODRÍGUEZ MADRID

Ni el filo de una eliminator­ia como la que esta noche se abre en el Bernabéu parece alterar el pulso de Zinedine Zidane ante los micrófonos. «No tenemos presión, estamos contentos de jugar estos partidos», aseguró ayer el entrenador del Real Madrid con la misma carga de optimismo que empezó a repartir hace más de dos años cuando se hizo cargo del equipo. Hoy afronta un partido muy peligroso, con la superviven­cia en la temporada como único objetivo. Poco reto para un bloque que ha ganado cinco títulos en los últimos meses. O muchísimo si se imagina la situación en la que quedaría su equipo si ante el PSG muestra el peor rostro de la temporada, el que le ha hecho descarrill­ar en la Liga y en la Copa.

No piensan los blancos en la siguiente ronda, ni tampoco, claro, en la final de Kiev o en el desafío de ganar tres Champions en fila. No están para eso, para alzar la vista demasiado, porque este Madrid debe ir viviendo al día, bajo el vértigo de no saber qué sucederá mañana. Una filosofía, sin duda emocionant­e, que ya le dio frutos en su competició­n favorita en épocas pasadas. Si ha habido un escudo capaz de salir adelante sin red y con un hilito de vida en el gran teatro continenta­l, ese ha sido el de La Castellana.

Es verdad que tienen los pesimistas (¿realistas en este caso?) razones poderosas para desconfiar. Ni el juego ni los números respaldan a este conjunto que avanza por el curso a tirones, con explosione­s goleadoras como la del pasado domingo ante la Real y otras muchas tardes de desidia que deprimen al hincha más entregado a la causa. Desde esa perspectiv­a, el Rolls-Royce que llega de París intimida por nombres, hambre y fútbol. Un rival, además, dolido aún por la forma en que se despidió de la Champions anterior en el Camp Nou, entre su mediocre planteamie­nto y la trastada arbitral sufrida. Ahora traen experienci­a, rabia a toneladas y una delantera llena de colmillos donde destacan los dos mejores jugadores del mundo tras Messi y Cristiano. Tanto a Neymar como a Kylian Mbappé les debe apetecer bastante lucirse sobre el césped del Santiago Bernabeú.

Podrían seguir cayendo los párrafos en esta previa con argumentos para rebozar de favoritism­o al PSG, al alza desde el verano en comparació­n con el desfonde blanco. Y al mismo tiempo están en su derecho los que pongan en duda el gen madridista que le permitió otras veces despertar el día y a la hora adecuada. ¿Es posible dar ante un enorme adversario y bajo muchísima presión la imagen más competitiv­a y seria del año, aquella que desde la victoria en Dortmund (finales de septiembre) no muestra el Real Madrid de Zidane? Él y sus hombres están convencido­s de que sí. Y en esa fe, en esa confianza de unos tipos duros con cicatrices de gloria en la Champions, descansan las opciones del rey del torneo. También en su orgullo y en el compromiso que deberían tener los futbolista­s con el entrenador que les sacó del diván para llevarles a ganar muchas copas y luego les defendió a muerte en sus peores momentos,

que son los actuales (sin admitir fichajes, sin admitir salidas, sin, también, críticas públicas).

El francés revisa las alineacion­es y pocos intercambi­os de cromos haría con Unai Emery, echando de menos, eso sí, a Carvajal en la derecha. Su sanción por buscar una amarilla de forma exagerada encaja en el serial de capítulos desgraciad­os que han traído al Madrid hasta esta fría playa de febrero. Nacho Fernández tendrá que cuidar el costado por donde le gusta merodear a un Neymar que siempre dio guerra en Chamartín cuando vestía de azulgrana.

Si el vigente campeón quiere ir al Parque de los Príncipes en tres semanas metido de lleno en la eliminator­ia, necesita lucir esta noche su versión más firme, con Casemiro y la defensa olvidando deslices y apretando líneas delante de Keylor Navas. Por arriba, el buen momento de Luka Modric y el indiscutib­le fulgor de Cristiano en la Champions amenazan a Emery, un entrenador que tiene menos margen de error en este cruce que Zidane. A éste le podrían llegar a perdonar una primavera fuera de Europa, pero al español segurament­e no. «No sé quién tiene más presión. Va a ser una eliminator­ia al 50%. Cada equipo tiene sus probabilid­ades», recordó ayer el técnico madridista, sin dar pista alguna sobre su equipo titular. La apuesta por Gareth Bale o Isco marcará su sistema ofensivo.

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C. SIMON / AFP Alves y Neymar, durante el paseo del PSG por el Bernabéu ayer.

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