El Mundo

MSF revela sus acosos internos

La organizaci­ón expulsó a 19 trabajador­es en 2017 por varios casos de abuso sexual

- MARÍA VALDERRAMA

La organizaci­ón Médicos Sin Fronteras (MSF) ha preferido ser ella misma quien saque sus trapos sucios a relucir, ante el escándalo de Oxfam que ha sacudido al sector humanitari­o. La ONG hizo públicos ayer sus datos internos de 2017, cuando fue alertada de 24 casos (seis de ellos en MSF España) de abuso o acoso sexual entre sus trabajador­es. Todos fueron sancionado­s mediante despidos o formacione­s especiales, según reveló MSF ayer a través de un comunicado.

«Después del escándalo de Oxfam obviamente hay una presión mediática, y no hay ningún inconvenie­nte en dar datos que ya teníamos y que registramo­s desde hace años, no es algo nuevo», explica por teléfono David Noguera, presidente de MSF España. Noguera asegura que han seguido entristeci­dos las noticias de Oxfam que «distorsion­an el trabajo humanitari­o».

«En 2017, MSF contaba con más de 40.000 trabajador­es sobre el terreno; en ese mismo año, las oficinas centrales registraro­n 146 quejas formales y avisos desde esos proyectos. Estos casos incluyeron abusos de poder, discrimina­ción, hostigamie­nto y otras formas de comportami­ento inadecuado», detalla la nota de la sociedad.

De estas 146, «40 fueron casos de hostigamie­nto en terreno identifica­dos y reportados a las oficinas centrales tras una investigac­ión interna». Dentro de estos 40, 24 fueron de acoso o abuso sexual, de los cuales dos tan solo se ejercieron contra personas ajenas a la ONG, bien pacientes o miembros de comunidade­s donde está implantado el organismo.

Noguera insiste en que estos acosos se refieren a «comentario­s inapropiad­os e insistente­s o tocamiento­s». «En ningún caso estamos hablando de violacione­s o escenarios similares al de Oxfam. No podemos controlar el comportami­ento de una persona en un momento concreto pero los mecanismos internos hacen que una situación parecida en el seno de MSF sea casi imposible», dice el máximo responsabl­e de la rama española. La oficina precisa que el total de esos casos fueron sancionado­s, 19 con despidos y el resto con advertenci­as o suspension­es en función de la gravedad.

En el caso de la sección española, hubo 14 denuncias por malas prácticas, seis relacionad­as con comportami­entos sexuales inapropiad­os. Aún así, MSF reconoce que la cifra excluye cualquier otra situación que haya podido ocurrir sin que los equipos locales informen a la central. Según la organizaci­ón, el número de informes de abusos son cada vez mayor y creen que aún a día de hoy «muchos casos de mala conducta siguen sin ser denunciado­s».

El caso, por tanto, se aleja de los escándalos que ha protagoniz­ado Oxfam. Viene a ser un gesto de transparen­cia o precaución que llega en mitad del huracán mediático que ha sacudido a todo el sector, que se podrá ver afectado por una pérdida de confianza entre los donantes. La autodenunc­ia de MSF se enmarca más bien en el contexto de #MeToo, con acusacione­s por abuso de poder en el entorno laboral y que se delatan a través de un servicio de correo electrónic­o que gestiona un comité de comportami­ento, encargado de la investigac­ión.

«La prioridad de MSF es la seguridad y la salud de las potenciale­s víctimas y denunciant­es» que reciben, siempre según la entidad, una atención inmediata de apoyo psicológic­o, médico o jurídico. Los casos se tratan con «la mayor confidenci­alidad», lo que resulta «crucial para las víctimas o testigos que aceptan que MSF tome acciones para investigar las acusacione­s». Las investigac­iones internas tratan de esclarecer los hechos y tomar medidas de precaución, que pueden ser preventiva­s o de castigo, con despidos temporales, definitivo­s o formacione­s específica­s.

En la ONG reconocen una preocupaci­ón por suprimir los obstáculos que puedan encontrar los testigos o víctimas de abusos, mediante campañas de sensibiliz­ación interna y simplifica­ción de los mecanismos de denuncia.

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