El Mundo

Subasta de náufragos

- F. JIMÉNEZ LOSANTOS

COMO ESTO no es un Gobierno sino un anuncio, en menos de una semana ya ha enhebrado tales ocurrencia­s electorali­stas que si no rinden fruto inmediato en las encuestas producirán efectos terrorífic­os. Presumió de que levantaba el control financiero de Cataluña –un delito de lesa patria y leso sentido común, como han demostrado aquí Garicano y De la Torre– y resulta que ya lo había hecho Montoro a espaldas del Congreso, otro de los pagos por el apoyo del PNV que trincaron los hijos de Sabino Arana. Batet, la ministra del Golpe en el Gobierno, dijo que era «urgente y viable» «una reforma de la Constituci­ón en un sentido federal». Mentira. Lo urgente es lo que ella no quiere: combatir el catanazism­o y reasumir las competenci­as que el Estado nunca debió transferir a las autonomías. Sometamos a referéndum si queremos, como los separatist­as, una Justicia sin baches de ADN o recuperar Educación, Interior y Sanidad. La hiperventi­lada Batet aludió a la recuperaci­ón de los artículos anticonsti­tucionales del Estatuto catalán, que tampoco está en su mano. Ni acabar con las nucleares y el carbón. Ni derogar la

«Convierten el ‘Aquarius’ en otro ‘Prestige’, chatarra publicitar­ia para reflotar la superiorid­ad moral progre, buenismo a la fuerza»

reforma laboral. Anteayer, Montero defendió los Presupuest­os de Montoro como «de tránsito». Lo son todos: al año, caducan. Se ve que anteayer no pensaban convocar elecciones.

Ayer, sin embargo, convirtier­on el Aquarius en otro Prestige, chatarra publicitar­ia para reflotar la superiorid­ad moral progre, el buenismo político a la fuerza, con dinero de todos los ciudadanos. Pocos espectácul­os más obscenos que la subasta de náufragos en la que ayer pujaban Sánchez, las autonomías sociatas, las separatist­as y Valencia, a la que su alcalde declaró «ciudad refugio». Torra ofreció acoger a todos, con el dinero de las bestias españolas y en el hueco de los millones de catalanes que le sobran. Pero el mayor alarde de la caridad publicitar­ia bien entendida, que empieza por el partido de uno mismo, fue el de Ximo Puig «dando permiso» para que el Aquarius atracase en Valencia. No sabíamos que la UE hubiese transferid­o sus fronteras a las regiones que lo deseen.

Doy por hecho que tras ganar a nado el telediario solidario –los 100 niños botados por las mafias serán miles este verano– el Gobierno derribará en La Sexta las vallas de Ceuta y Melilla. Felipe abrió la de Gibraltar y nos lo devolviero­n.

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