El Mundo

Historia negra de España

Cuando Rubiales cogió el avión para volver a Krasnodar ya había tomado la decisión: iba a destituir a Lopetegui / Tras innumerabl­es reuniones, lo hizo efectivo a mediodía y nombró sucesor a Hierro / Los pesos pesados trataron de salvar a Julen / «Te renov

- EDUARDO J. CASTELAO

Dentro de la residencia del FC Krasnodar, el estado de WhatsApp de la mayoría de móviles con algo que contar sobre la crisis de la selección permaneció invariable toda la noche: «En línea». A lo sumo, la última conexión remitía a pocos minutos antes. Salvo los jugadores y los curritos, nadie visitó la cama muchas horas. En el caso de Luis Rubiales, exactament­e tres. El presidente, ni un mes en el cargo, dirigió las operacione­s de un día que pasará a la historia de la selección. A la mala historia.

Un disparate de 24 horas iniciado con un comunicado del Real Madrid y cerrado –de momento– con la presentaci­ón de un nuevo selecciona­dor a dos días de comenzar un Mundial. Por el camino, un número indetermin­ado de reuniones, conversaci­ones más o menos subidas de tono, aspaviento­s, reproches, disculpas...

Rubiales, animado por unos y frenado por otros, tomó finalmente la decisión a media mañana. «Comparezco para anunciaros que nos hemos visto obligados a destituir a Julen Lopetegui, al que agradecemo­s el trabajo, él ha sido quien nos ha traído hasta aquí. Pero la Federación no puede permanecer al margen de una negociació­n de uno de sus trabajador­es y enterarse cinco minutos antes de la decisión que ha tomado», explicó Rubiales con el gesto cansado, casi exhausto, maltratado por el sueño y también por una gastroente­ritis.

Antes de esas palabras, habían pasado muchas cosas. Lo mejor es explicarlo con un reloj en la mano. De forma cronológic­a, vaya.

Tarde del martes: cinco minutos antes de lanzar el comunicado, Florentino Pérez llama al móvil de Rubiales y le dice que ha fichado a Lopetegui. Rubiales, boquiabier­to, intenta que no lo hagan público y que el técnico no se lo diga a los jugadores. Pierde la conexión y lo siguiente que ve en el móvil es ya la noticia en todos los medios. «Intenté parar algunas cosas, pero no pude», reconoció. En ese momento, trata de mantener el tipo y su equipo de comunicaci­ón filtra que la Federación sabía todo. Mentira. «Fue por intentar mantener la imagen», admitió. Se monta en el avión de vuelta a Krasnodar con la idea clara: va a destituir a su entrenador. Al tiempo, Fernando Hierro, dolido con Lopetegui, le reprocha en una charla lo que ha hecho a espaldas de todo el mundo.

Noche del martes al miércoles: Rubiales llega a la residencia a medianoche. Su primer encuentro es con el director deportivo porque Lopetegui está en su edificio con sus ayudantes. A partir de ahí, las reuniones son constantes entre Hierro, Rubiales y el propio selecciona­dor (todavía), que termina incorporán­dose. Se producen en el despacho de presidenci­a, dentro del edificio principal. A dos bandas, a tres, a cuatro... En ellas está presente Antonio Gómez, uno de los asesores del presidente, que luego saldría a la rueda de prensa, y algún colaborado­r más. «Te renové sin haberme votado en la Asamblea, no tienes derecho a hacerme eso, joder. ¿Por qué no me dijiste nada?», es una de las frases que salen de la boca de Rubiales ante un Lopetegui que trata de descargar la responsabi­lidad del anuncio en su representa­nte, Carlos Bucero, y en el club de Chamartín. Insiste varias veces en que él no quería hacerlo como se hizo. Se disculpa y pide que le dejen dirigir el Mundial. Hierro le apoya, aunque sigue dolido por no haber sido informado. Pero cree que es la solución menos lesiva. A las cinco de la madrugada todos se van a dormir. Rubiales apenas cierra los ojos. A las ocho está en pie otra vez.

Primera hora de la mañana de ayer: Los jugadores, que deben desayunar entre las 9.30 y las 10.15, son informados de la situación. La decisión está tomada pero los capitanes, los pesos pesados, van a hablar con Rubiales. Ramos, Iniesta, Silva, Piqué, Busquets y Reina se reúnen con el presidente y le piden que mantenga al entrenador, que esto no es un club, donde es más fácil el cambio, y que es peor el remedio que la enfermedad. Rubiales les escucha, pero les ofrece sus razones, muy parecidas a las que luego haría públicas. «Los empleados tienen que saber qué valores imperan aquí», dijo. Durante la noche ya había tanteado a Hierro, al que le ofrece el puesto antes de charlar con los jugadores. Sin demasiado entusiasmo, más por un sentido de la responsabi­lidad que por otra cosa, Hierro acepta.

Sin embargo, en la rueda de prensa matinal Rubiales sólo anuncia la destitució­n de Lopetegui, y de hecho anuncia también que el ya ex selecciona­dor comparecer­á ante la prensa. Luego Lopetegui da marcha atrás y dice que no hablará hasta hoy, cuando será presentado por el Real Madrid. A eso de las 13.15, siempre hora española, se oye: «Os podéis ir a comer, no va a venir nadie», dice Celino Gracia Redondo, el ex árbitro, que hace las veces de anfitrión en la sala de prensa. Julen comienza a hacer las maletas y se despide de todos los jugadores y de la parte del cuerpo técnico que se queda, pues con él se van su segundo, Pablo Sanz, el preparador físico, Óscar Caro, y el psicólogo, Juan Carlos Álvarez Campillo. A las 16.10, en una furgoneta Hyundai, con los AirPod puestos, salen de la residencia rumbo a Moscú, con destino final Madrid. «Ojalá ganemos el Mundial», es lo único que dice Julen tras sus gafas de sol.

Tarde del miércoles. Todo se va calmando. Los jugadores siguen su vida habitual y a las 17.30 salen a la sala de prensa Hierro y Rubiales. «¡Rápido, que hay que entrenar!», trata de romper el hielo el nuevo selecciona­dor, que exhibe sus tablas delante de la prensa. Una hora más tarde, dirige su primer entrenamie­nto. Una charla de 20 segundos y a trabajar. Ducha, cena, partida de pocha (los jugadores) y a dormir. El día que se recordará para siempre termina. Ahora empieza el Mundial.

EL EX TÉCNICO CULPÓ A SU AGENTE DEL ANUNCIO, SE DISCULPÓ Y PIDIÓ QUE LE DEJASEN DIRIGIR EL MUNDIAL

 ?? PIERRE-PHILIPPE MARCOU / AFP ?? Fernando Hierro charla con todos los futbolista­s durante su primer entrenamie­nto como selecciona­dor español, ayer por la tarde en Krasnodar.
PIERRE-PHILIPPE MARCOU / AFP Fernando Hierro charla con todos los futbolista­s durante su primer entrenamie­nto como selecciona­dor español, ayer por la tarde en Krasnodar.

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