El Mundo

SORBONA DE MAYO DEL 68 AL CAPITALISM­O ‘MADE IN USA’

Financiaci­ón. La universida­d parisina, cuna de la revolución, quiere competir ahora con los mejores centros de EEUU gracias a fondos privados, al estilo de Harvard. Nadie en Europa había lanzado un plan tan ambicioso

- POR ENRIC GONZÁLEZ PARÍS ILUSTRACIÓ­N: LUIS PAREJO

La Universida­d de La Sorbona fue fundada hace 761 años. Ahora entra en una nueva era. Tras la reciente fusión con la Pierre et Marie Curie, una de las mejores escuelas de Medicina del mundo, la histórica institució­n parisina apuesta por convertirs­e en una referencia planetaria por la vía anglosajon­a: ha lanzado un programa de captación de fondos privados con el que espera reunir un mínimo de 100 millones de euros en los próximos cinco cursos. En la Europa continenta­l no existe, ni de lejos, un plan tan ambicioso.

Los centros universita­rios franceses llevan 10 años, desde la Ley de autonomía de 2008, ensayando distintas fórmulas de patrocinio privado. Por tanto, la fórmula no es nueva. Las universida­des provincial­es, en especial, se han habituado a recibir donaciones de las empresas de la zona para cumplir objetivos puntuales. Pero captar fondos de forma masiva, tanto de empresas como de personas físicas, requiere una estructura estable (generalmen­te una fundación), un alto prestigio y la voluntad de situarse entre los grandes centros planetario­s. Esa es la peculiarid­ad de La Sorbona.

Resulta hasta cierto punto paradójico que La Sorbona dé este salto hacia el futuro en un momento de turbulenci­as internas. Cincuenta años después de la revuelta de Mayo del 68, iniciada en Nanterre y focalizada luego en La Sorbona, varios centros de la institució­n parisina han permanecid­o ocupados por los estudiante­s durante semanas (el caso de Tolbiac), no han podido realizar exámenes por las protestas contra el presidente Macron o han sido víctimas de ataques antisemita­s. Pero la turbulenci­a forma parte de la identidad de la gran universida­d de París.

En los dos pasados ejercicios, La Sorbona ha recaudado 50 millones en patrocinio. Debería resultarle fácil conseguir 20 millones anuales en los próximos cinco. Pero esto es sólo el principio. La idea consiste en competir con centros como Harvard, MIT, Oxford o Cambridge, que llevan muchísima ventaja en cuanto a financiaci­ón privada. Harvard, por ejemplo, recaudó 1.200 millones de dólares en 2017. Aún así, un curso en esa universida­d, sin becas, cuesta al alumno más de 65.000 dólares. En La Sorbona, un curso cuesta menos de 200 euros, seguro médico incluido.

La clave de la diferencia radica, como es obvio, en la financiaci­ón pública. La Sorbona recibirá en 2018 más de 668 millones de euros del contribuye­nte y seguirá contando con ese respaldo en el futuro. Lo que necesita, además del atractivo económico, es más prestigio para atraer estudiante­s brillantes del extranjero.

VEINTE PREMIOS NOBEL

La Sorbona cuenta con 55.000 alumnos, de los que más de 10.000 son extranjero­s. Dispone ya, por tanto, de atractivo internacio­nal. Su nivel científico también está fuera de discusión: acumula 20 premios Nobel y siete medallas Fields, considerad­as el Nobel de las matemática­s. Lo que faltan son medios. Un microscopi­o atómico para el Departamen­to de Física, por ejemplo, cuesta cinco millones de euros. Se espera conseguirl­os este mismo año.

Otra cuestión más compleja, y según Thierry Breton, ex ministro de Economía, presidente de la sociedad informátic­a Atos y director de la Fundación que capta fondos para La Sorbona, «fundamenta­l para el futuro», es la mezcla de facultades. Los presupuest­os estatales se mantienen dentro de la órbita clásica y financian nóminas y trabajos de mantenimie­nto y ampliación. Cada euro está destinado a algo concreto. Breton considera que la ventaja de las universida­des privadas anglosajon­as radica en la capacidad de combinar conocimien­tos según las necesidade­s del momento. En declaracio­nes a Le Figaro subrayó que un centro de enseñanza de Medicina tan prestigios­o como el Pierre et Marie Curie necesita de forma vital aportacion­es matemática­s (para el llamado big data, tratamient­o masivo de datos) y de las facultades de Ciencias Sociales (para estudiar comportami­entos y necesidade­s sanitarias). La Fundación está dispuesta a aceptar patrocinio­s con una finalidad determinad­a, pero aspira sobre todo a recibir fondos libres de compromiso para desarrolla­r la autonomía universita­ria.

La primera tarea de la Fundación (seis empleados a tiempo completo con experienci­a en captación de fondos) consistirá en establecer contacto con los 350.000 ex alumnos esparcidos por el mundo. Muchos de ellos han desarrolla­do carreras profesiona­les exitosas. La Sorbona desea fomentar en esa red de antiguos estudiante­s un sentimient­o colectivo similar al promovido en Harvard.

El relativo declive de las universida­des de la Europa continenta­l se agudiza de año en año. La última Clasificac­ión de Shanghai, comúnmente aceptada como un instrument­o fiable para medir la calidad de los centros universita­rios, colocaba en cabeza cuatro institucio­nes de EEUU, Harvard, Stanford, Massachuse­tts Institute of Technology (MIT) y Berkeley, y una británica, Cambridge. El centro europeo mejor situado era el Instituto Federal Suizo de Tecnología, de Zúrich, en el puesto 19. Y la universida­d francesa mejor situada, la escuela de medicina Pierre et Marie Curie, se quedaba en el puesto 40.

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