El Mundo

El joven Vinicius guía al Madrid a la victoria (2-0) en el Bernabéu

Después de un ejercicio de impotencia ante un gran Valladolid, entra el brasileño y abre el marcador de carambola

- ORFEO SUÁREZ

Si Vinicius será o no lo que esperan quienes pagaron 45 millones por él, es pronto para aventurarl­o. No obstante, tiene algo que necesita una estrella, y es que la diosa Fortuna le quiera. La forma de cambiar la dirección de un disparo defectuoso a los minutos de aparecer en escena, en un momento crítico del Madrid, es suficiente prueba. El Bernabéu quería más Vinicius, después de un ejercicio de impotencia, y por ello pidió, incluso, que lanzara un penalti posterior. Sergio Ramos dijo no y, frente a los pitos que escuchó, marcó el césped con el hierro de la capitanía a lo Panenka. La crisis necesita de los dos, tras un partido de miedos ante un gran Valladolid del que el aprendiz Solari debe sacar lo positivo: confianza.

Vinicius, en cambio, se quedó en el banco y el Madrid que arrancó fue el Madrid de Lopetegui, de más a menos, con ocasiones pero sin gol. Al descanso, pitos. En la primera gran elección de Solari, por tratarse de su estreno en la Liga, Asensio estuvo por delante de Isco. Encaja con lo que fue el técnico como futbolista, un tipo dinámico, de agitación, amante del vértigo. Es posible que ello también le llevara al 4-33, el sistema de los ricos, en detrimento del 4-2-3-1 que utilizaba en el filial y que puso en práctica en Melilla. Volvería en la segunda mitad. El vértigo necesita espacio y desborde, y el Madrid no tuvo inicialmen­te ni lo primero, ni lo segundo, salvo por la insistenci­a de dos laterales de circunstan­cias, Odriozola y Reguilón. Las ausencias de Marcelo y Carvajal no son cualquier cosa.

A Sergio, entrenador del Valladolid, no le importó demasiado. Es más, le convenía. Quizás los suyos defendiera­n demasiado cerca de su portero, lo que permitió a Benzema y Bale rematar muy cerca de la línea de gol durante el primer periodo, pero la prioridad es que el Madrid no tuviera metros para desatarse y estallar. La acumulació­n de hombres por dentro llevó, irremediab­lemente, al Madrid hacia las alas, con escaso juego interior, sin pases filtrados por el centro. Para ello es más adecuado el juego de Isco, pero Solari, al menos al principio, pensó en otra cosa. No funcionó. Antes de la hora, mandó calentar al malagueño y en ese instante, el Madrid convulsion­ó, con cuatro ocasiones en apenas dos minutos, a cargo de Casemiro, por dos veces, Benzema y Bale. El brasileño fue el elegido para dejar el terreno de juego, no por deméritos, simplement­e porque Solari quería acomodar a Isco en el dibujo que se siente más cómodo. Kroos y Modric formaron en doble pivote y el malagueño dio un paso adelante, esta vez en un dibujo más cercano al 4-2-3-1. Implicaba otra intención, pero implicaba, asimismo, riesgos.

Alcaraz y Toni dejaron claro los segundos, con un lanzamient­o al larguero y un disparo franco, después de haber ganado una posición de ventaja. Todo en minutos. Toni volvería a hacer sentir el crujir de la madera a una grada atónita, antes de ser sustituido, algo que sólo podía expli- car el cansancio. Los palos a los que tantas reclamacio­nes ha hecho el Madrid evitaban una hecatombe.

Para entonces ya estaba claro que el Valladolid no había llegado al Bernabéu por delante del Madrid en la tabla por casualidad. Sergio ha conseguido lo que pretende Solari, y es que su equipo se parezca a lo que fue sobre el campo, un mediocentr­o sólido, un futbolista equilibran­te. No le faltan en su equipo tipos de su especie, como Míchel o Alcaraz.

La entrada de Vinicius, el último, provocó el cosquilleo en el respetable. Tras un acto que podía enmarcarse en el tardolopet­eguismo, la sensación es que podían pasar cosas. Pasaron, porque Vinicius decidió irse de caza al área. Chutó mal, pero Kiko Olivas metió el balón en su red. Benzema, objeto de penalti, permitió la tranquilid­ad a un Solari vestido de Zidane y el desagravio al capitán, pero el Bernabéu ya ha elegido. La diosa Fortuna, también.

La grada pidió que tirara el penalti, pero Ramos respondió a los pitos y lo tiró ‘a lo Panenka’

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FERNANDO VILLAR / EFE El jugador brasileño del Real Madrid Vinicius celebra su gol, el primero de la tarde que marcó el Real Madrid en el partido contra el Valladolid disputado en el Santiago Bernabéu.

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