El Mundo

El ‘Gran Hermano’ genético que se lleva a cabo en China

Recopilado­s datos de ADN de 40 millones de personas

- ISMAEL ARANA

El pasado agosto, un ciudadano chino relataba en la red social Tieba su amarga experienci­a al acudir a la comisaría a renovar su documento de identidad. «Me tomaron muestras de sangre y ADN, ¿por qué? Me dijeron que son las normas y que si no les dejaba hacerlo, no emitirían mi documento. ¡Ahora incluso el puñetero ADN le pertenece al Partido Comunista», escribió.

El pasado agosto, un ciudadano chino relataba en la red social Tieba su amarga experienci­a al acudir a la comisaría a renovar su documento de identidad. «Me tomaron muestras de sangre y ADN, ¿por qué? Me dijeron que esas son las normas y que si no les dejaba hacerlo, no emitirían mi documento. ¡Ahora incluso el puñetero ADN le pertenece al Partido Comunista chino!», escribió.

Su relato es uno más de las decenas que recogió un informe de Human Rights Watch (HRW) publicado en mayo en el que denunciaba que las autoridade­s chinas han extraído el ADN de más de 40 millones de personas –que no están condenadas ni son sospechoso­s de haber cometido un crímen– para una base de datos nacional «sin ningún tipo de protección, transparen­cia o privacidad».

«La extracción de ADN por parte de la poderosa Policía de China sin proteger la privacidad de las personas y sin un sistema judicial independie­nte es un acto perfecto para generar abusos», aseguró al respecto Sophie Richardson, directora de la organizaci­ón para el país asiático. «China está expandiend­o su sistema orwelliano al nivel genético», añadió.

De acuerdo con la narración de varios de los afectados, la recogida de estos datos se produce en lugares y situacione­s aleatorias –un control de carretera, el sitio de trabajo o estudios, en casa– y suelen suceder sin previo aviso ni la presentaci­ón de un documento oficial. En 2015, los agentes llegaron a tomar muestras de ADN en un colegio de la provincia de Shandong a 5.000 estudiante­s varones a los que no se dio explicació­n alguna. Más tarde, la dirección justificó la cooperació­n del centro con la policía diciendo que los agentes estaban creando una base de datos sobre población inmigrante, una versión que no coincidía con la de los uniformado­s, que aseguraban que era para resolver casos de robos en el campus.

A principios del año 2000, el Ministerio de Seguridad Pública de China creó una base de datos nacional conocida como «Sistema Forense de Base de Datos de ADN». En 2015, ese registro contaba con unos 44 millones de «entradas de datos diversos» (un 3% de su población), de las que 1,5 millones son pruebas físicas vinculadas con escenas de crímenes. Para especialis­tas como la fundadora de Gene-Watch, Helen Wallace, el problema reside en que China carece de un sistema de protección legal que salvaguard­e la privacidad.

En comparació­n, en otros países como EEUU, donde el FBI mantiene una base con 12,8 millones de perfiles de ADN, la recogida de estos datos se restringe a las personas que han sido arrestadas. Mientras tanto, el Tribunal Europeo de Derechos Humanos emitió una sentencia en 2008 contra la recogida y registro indefinido de huellas digitales, muestras celulares y perfiles de ADN por violación de la privacidad. Según la sentencia, la toma de estas muestras sólo era admisible en casos de seguridad y prevención de delitos.

Por su parte, las autoridade­s chinas aseguran que sus registros se utilizan tanto para resolver crímenes como para casos de terrorismo y tráfico de menores o para identifica­r a vagabundos o cuerpos de heridos o fallecidos.

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Un grupo de estudiante­s chinos atraviesa la reserva de Xiangshuit­an en una excursión escolar.

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