Sánchez reivindica el 15-M y un cordón sanitario contra el PP
Plantea un grupo de coordinación con Cs y Podemos para aislar a Rajoy La Ejecutiva recibe un voto de castigo del 30% Susana Díaz y Javier Fernández se ausentan de la proclamación final La magistrada Margarita Robles será la portavoz del PSOE en el Congre
Pedro Sánchez realizó ayer su primer discurso en su segunda etapa como secretario general del PSOE, haciendo oficial su giro a la izquierda. Reivindicó el 15-M y llamó a «las fuerzas del cambio» a acabar con «la etapa negra» del Partido Popular.
Pedro Sánchez se ha dotado en su segundo mandato al frente del PSOE de una dirección blindada contra los barones y constituida por un equipo de incondicionales que copan casi todos los puestos de la Ejecutiva. Una dirección con mucho poder y muy cohesionada en torno a él mismo, lo que le da una estabilidad que jamás tuvo entre 2014 y 2016. Y así lo celebraban los suyos.
En su discurso de clausura del 39º Congreso Federal del PSOE, más enfocado a los ciudadanos y a los votantes que a los militantes o al aparato del partido, Sánchez lanzó dos mensajes claros y rotundos. El primero es que su principal objetivo como líder del PSOE va a ser impulsar una alianza de las «fuerzas del cambio» para acabar con «la etapa negra» del PP en el Gobierno, una especie de cordón sanitario que desmonte las políticas de Mariano Rajoy o que, incluso, lo desbanque del Gobierno. Sánchez quiere que sea el PSOE el que lidere esta alternativa, a la que invita a sumarse a Podemos y a Ciudadanos.
En segundo lugar, planteó con más claridad que nunca su estrategia para que el PSOE crezca por la izquierda, presentando a este partido como «la izquierda real de gobierno» que le puede permitir atraer hacia el PSOE al 15-M, «a quienes se convocaron hace seis años un 15 de mayo al grito de ‘No nos representan’» en la Puerta del Sol de Madrid.
A esos indignados, que se supone que mayoritariamente votaron a Podemos, les prometió ayer que «su demanda de regeneración aún insatisfecha pronto será una realidad».
Al igual que hizo la semana pasada desde las páginas de EL MUNDO, Sánchez anunció ayer en el Pabellón 3 de Ifema y ante unas 8.000 personas, según la organización, que va a trabajar «sin descanso» para conseguir «una mayoría parlamentaria que cierre esta etapa negra de gobierno del PP».
Un Gobierno y un partido, añadió, que «corrompe todo lo que toca» y del que el PSOE siempre tiene que estar «enfrente», aseguró.
Para ello y de forma inmediata, anunció que el PSOE va a crear «un espacio de coordinación parlamentaria» con Podemos y Ciudadanos para desmantelar las políticas del PP. Sus prioridades serán el empleo, la reindustrialización, la «reconstrucción del Estado del Bienestar», la crisis territorial y la lucha contra la corrupción. El PSOE, al contrario que considera que ha ocurrido en la etapa de la Gestora, no compite más que con el PP. «Nuestra única meta», enfatizó, «es derrotar a la derecha para gobernar por la justicia social».
Eso sí, si continúan los vetos cruzados entre Podemos y Ciudadanos, el PSOE pedirá en las elecciones a los ciudadanos «que con su voto hagan que el cambio dependa de uno: el Partido Socialista».
Sánchez enhebró durante casi una hora un discurso frío y desapasionado que recogió muchos de los mismos mensajes de su etapa anterior como líder. Sólo hubo calor en sus palabras cuando recordó a la ex ministra Carme Chacón, a la que quiso citar para aplicarse la máxima: «Hemos dicho izquierda, hagamos izquierda; hemos dicho cambio, hagamos posible el cambio». El aplauso de todo el auditorio a la ex diputada catalana fue unánime y clamoroso.
El frío discurso de Sánchez fue el colofón perfecto para cerrar un congreso gélido en el que buena parte del partido –especialmente la vieja guardia y los barones– dieron la espalda al secretario general que ganó holgadamente las primarias. En la clausura no estuvieron ni los ex presidentes del Gobierno, ni los ex secretarios generales, ni Javier Fernández, presidente de Asturias y ya ex presidente de la Gestora, ni tampoco Susana Díaz.
La ausencia de integración en la Ejecutiva provocó ayer un fuerte voto de castigo de los delegados del congreso, hasta el 30%, un resultado que no se alcanzaba desde 1997, cuando Joaquín Almunia consiguió el 73% de los votos. Ayer, la dirección de Sánchez consiguió 674 votos a favor (el 70,5%), 474 en blanco y ocho nulos (no se puede votar en contra).
La integración no sólo no se ha producido en la Ejecutiva. Tampoco en el Comité Federal, del que Sánchez ha querido excluir a referentes del partido que se habían posicionado todos con Susana Díaz. Es el caso de los diputados Eduardo Madina o José María Barreda o de los eurodiputados Elena Valenciano o José Blanco, que hasta ahora había actuado como presidente del nuevo Comité Federal de la Gestora. La lista del máximo órgano del PSOE entre congresos se presentó por orden alfabético, pero encabezada por el alcalde de Dos Hermanas, Francisco Toscano, durante años líder de la oposición a Susana Díaz en Andalucía.
Sánchez desarrolló en buena parte de su discurso la incorporación política más importante del Congreso federal: el reconocimiento por parte del PSOE de que España es «un estado plurinacional».
El líder socialista defendió el concepto de «nación de naciones» del padre de la Constitución Gregorio Peces Barba y se declaró «a favor de España y del catalanismo». Por eso, se mostró partidario de una reforma federal que reconozca la plurinacionalidad de España y una única soberanía, «la de todo el pueblo español».
«España no es inmovilista, no es ni Mariano Rajoy ni el PP. España no es insolidaria, no es anticatalana. España es plural y diversa, España es progresista, España es solidaria. España quiere a Cataluña, ¡digámoslo alto y claro!», clamó.