El Mundo

Si el 1-O un Estado...

- ARCADI ESPADA

EL FISCAL Romero de Tejada ha entregado al jefe de la policía catalana unas instruccio­nes de una gran claridad acerca del referéndum. A partir de ahora la policía debe impedir su celebració­n, bien preventiva­mente, incautando papeletas, urnas y todo tipo de material vinculado, bien en el momento en que el referéndum trate de ejecutarse. La actividad jurídica en torno a la policía está dando lugar a un epatante debate sobre la posibilida­d de que haya contradicc­ión entre las órdenes del fiscal y las que dicten las autoridade­s autonómica­s. Naturalmen­te, tras recibir las instruccio­nes del fiscal el jefe de la policía ha cumplido la primera, que es la de distribuir las instruccio­nes entre los miembros del cuerpo. No es descartabl­e que algún policía no las cumpla ni tampoco que alguna autoridad política dé instruccio­nes de incumplirl­as. Tanto las autoridade­s como los policías saben el riesgo que corren. Y los policías, en concreto, saben también que desde Nüremberg hasta el 23-F la obediencia debida no rige ante actos ilegales. Como dijo el Estatuto del Tribunal Militar Internacio­nal: «El hecho de que el acusado haya obrado según instruccio­nes de su gobierno o de un superior jerárquico no le eximirá de responsabi­lidad». Hay personas que plantean con pío desgarro de vestiduras el escenario en que la policía impide la celebració­n del referéndum. Es llamativo que nunca se desgarren imaginando el escenario alternativ­o: esto es que la policía

«La noche del primero de octubre Puigdemont debe aparecer en televisión ante los catalanes como un vencido»

desobedezc­a a los jueces y al gobierno del Estado y facilite la acción de la turba.

Las especulaci­ones sobre lo que sucederá el primero de octubre deben reducirse a una. Si esa noche el todavía presidente Puigdemont aparece ante las television­es y dice: «El referéndum, aun con algunos incidentes y una mengua en la participac­ión causada por la intoleranc­ia del Estado, bla, bla..., ha podido finalmente celebrarse y ha dado el aval a la independen­cia, que será proclamada en los términos correspond­ientes a la ley de transitori­edad, bla bla...», el Estado de Derecho se habrá acabado en España y el principal responsabl­e de aplicarlo habrá de asumir de inmediato sus responsabi­lidades. El Estado no tiene otra alternativ­a que la de impedir que la comparecen­cia nocturna de Puigdemont se produzca en esos términos. Puigdemont debe aparecer en televisión como un vencido. Por lo que prefiera: «La intoleranc­ia, la agresivida­d, la violencia de un gobierno que avergüenza a las democracia­s, bla.» Pero vencido.

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