El Mundo

La portavoz muda

- F. JIMÉNEZ LOSANTOS

CUANDO a Rafael Hernando, que acabó bailando con ella para deleite de Wyoming, se le ocurrió hacer una leve broma a Irene Montero sobre el hecho, insólito en el parlamenta­rismo, de que la amiga entrañable del jefe de Podemos defendiera en la moción de censura las virtudes de Pablo para mudarse –se supone que juntos– a La Moncloa, ella se puso como una hidra y junto a su coro de gorgonas mediáticas tachó de machistas a cuantos osamos criticar aquella insólita moción en régimen de gananciale­s. No tanto como atacaba la hueste pablirénic­a, entonces pablotánic­a, a Botella como alcaldesa de Madrid con el único mérito decían, de ser mujer de Aznar.

Proclamada portavoza, y apoyada por Robles y Lastra en su afán de demoler la gramática para visibiliza­r a la mujer –Tania habrá cambiado de sexo porque sigue detrás de la columna–, yo esperaba que las debeladora­s de María Moliner defendiera­n a Cristina Cifuentes tras uno de los ataques más sórdidos en función del sexo de la aludida que uno recuerda en la dilatada historia de la corrupción de los partidos políticos. Pues bien, pese a que la injuriada lo reclamó, un hosco silencio fue la respuesta. Se ve que las

de

«Se ve que para algunos las de derechas no son mujeres, tan solo estorbos, o sea, ‘estorbas’»

derechas no son mujeres, tan solo estorbos, o sea, estorbas.

Ayer, la portavoza atacó a Ciudadanos por pretender que el idioma cooficial en las comunidade­s bilingües no sea una infranquea­ble barrera laboral para el resto de los españoles. Y calificó la pretensión de que los ciudadanos seamos iguales ante la ley de «monárquica», que debe de ser lo peor que se le ocurre para descalific­ar algo. Hombre, digo hombra, para monárquico el bable, idioma de Favila y tal vez del oso, ídolo republican­o. El idioma de la inmensa mayoría de los españoles es desde hace siglos el nacido castellano, lingua franca para todos los romances, bables y fablas peninsular­es. Ojo: lingua franca no es lengua de Franco sino para entenderse.

Y coronando esa Babel parlamenta­bilísima, ayer el partido víctima y el manipulado­r y beneficiar­io de los atentados del 11-M se negaron juntos a investigar la masacre de las Ramblas, remitiéndo­se ¡al parlamento golpista catalán! Un policía del PSOE –no es metáfora cloaquil– insultó a Girauta, que estuvo implacable y respondió como debía. Lo trágico es que el PP se niegue a investigar esto como si aún lo pudieran echar por aquello.

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