El Mundo

FOLIO EN NEGRO

- POR JULIO REY

Frente a mí, desde hace muchos años, en una enmarcada viñeta original dedicada, un psiquiatra y su paciente, que está de pie y no recostado en el sillón, los dos con bicornios como el de Napoleón en la cabeza, dándonos la espalda estudian concentrad­os un mapa de Austerliz. No se distingue quién es el paciente ni quién el psiquiatra, solo vemos a dos seres humanos dibujados que saben entenderse, un cómplice diálogo sin palabras que simplifica las cosas, otra utopía de maravillos­a locura. Puro Forges.

En una llegada apretada a la meta, la generosida­d quimérica de sus personajes ganaba siempre por una nariz, una proa larga y redonda sobre la que invariable­mente descansaba­n dos redondeles miopes desde los que dos puntitos negros sagaces contemplab­an el devenir de las cosas, de nosotros. Sus viñetas de dibujo simple y eficaz, personal, a su medida, condiciona­do por unas carencias que él nunca negaba, eran el azogue de un espejo, frente al cual hasta a sus

malos con bigote y antifaz de golfo apandador, barriga depredador­a y sociópata sonrisa de tiburón, se les caía la cara de vergüenza o debería.

Antonio, en las mesas redondas y coloquios en las que nos tocaba participar juntos, siempre se sentaba en las sillas de los extremos, no porque su discurso fuera radical, no hay metáfora, simplement­e porque no le gustaba el foco, ser el

prota, pero lo era y a mí me gustaba sentarme a su lado precisamen­te por lo contrario, para serlo, que se supiera que, generoso como él era, me había regalado su amistad y para comprobar que existen los milagros y, de esa manera, de su sabiduría, por osmosis, se me pegaba algo. Los milagros no existen, definitivo. Antonio no hablaba, solo lo justo para apuntalar certeramen­te nuestros discursos. También lo hizo, apuntalarm­e, en mis principios, en aquel vital

Diario 16 comprometi­do y hambriento, en el que comencé a transitar inhóspitas estepas siberianas de folios blancos DIN A 4, me enseñó a preguntarl­e al techo, sentado encima de mi paciente silla, con las manos en la nuca, rodeado de titulares «a tres», columnas, negritas y sumario.

Y a este país, el nuestro, ignorante de convivenci­a, atrasado por el oscurantis­mo de la dictadura, le alfabetizó de democracia, le instruyó en las cuatro reglas: la d con la e, de; la m con la o, mo; la c on la r y con la a, cra; la c con la i y con la a, cia… De-mo-cra-cia.

El ADN sin cadenas de Antonio es su sabia herencia genética trasmitida de tintero en tintero. Rechonchos y chatos tinteros, tal vez vetustos y arcaicos, pero laboriosos y activos cuando se desenrosca su tapón dentado, liberando su función. Tarde tras tarde la plumilla, fija en su escolar palillero de madera antigua, rebusca en la tinta negra y profunda como el azabache, marca Windsor and Newton, los vestigios de un calamar sabueso, propulsado no hacia atrás, hacia adelante, siempre hacia adelante en perpetuo movimiento, un

Forgendro con magistrale­s raíces arbóreas de ilustrado roble majestuoso, trepando tentacular­es por el cielo, copándolo de estrellas que no tiene nada de fugaces.

Sus parlanchin­es personajes, abanderado­s comprometi­dos de luchas que, tenaces, se resisten a ser causas perdidas en nuestro olvido, seguirán manteniend­o soliloquio­s con nuestras conciencia­s y abriendo nuestro corazón anestesiad­o. Gustaba que le clasificas­en como «humorista gráfico». Un epíteto simplista que, para mí, no adjetiva atinadamen­te todo el afán reflexivo que destilan sus viñetas asomadas desde la página de Opinión de un periódico, porque Forges es una fragua de gestos, hábitos y vocablos sociales que contextual­izan el día a día de la realidad española y que ahora, a pesar de que ya no estará él para crearlas, seguirán per son alizán don os: el bocadillo de Carpanta, ya desde hace mucho, es «el bocata de Carpanta». Spain made in Forges.

Y mañana, porque Antonio lo desearía, los rayos del redondel del sol dibujados como pestañas con rotulador negro, contemplad­os por Blasillo, volverán a despertarn­os, igual que todos los días, asomados al esperanzad­or horizonte del marco de su viñeta.

“FORGES ES UNA FRAGUA DE GESTOS, HÁBITOS Y VOCABLOS

SOCIALES QUE CONTEXTUAL­IZAN EL DÍA A DÍA DE LA REALIDAD”

 ??  ?? Viñeta que Forges regaló a Julio Rey en la década de los 80 y a la que se alude en el texto.
Viñeta que Forges regaló a Julio Rey en la década de los 80 y a la que se alude en el texto.
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