FOLIO EN NEGRO
Frente a mí, desde hace muchos años, en una enmarcada viñeta original dedicada, un psiquiatra y su paciente, que está de pie y no recostado en el sillón, los dos con bicornios como el de Napoleón en la cabeza, dándonos la espalda estudian concentrados un mapa de Austerliz. No se distingue quién es el paciente ni quién el psiquiatra, solo vemos a dos seres humanos dibujados que saben entenderse, un cómplice diálogo sin palabras que simplifica las cosas, otra utopía de maravillosa locura. Puro Forges.
En una llegada apretada a la meta, la generosidad quimérica de sus personajes ganaba siempre por una nariz, una proa larga y redonda sobre la que invariablemente descansaban dos redondeles miopes desde los que dos puntitos negros sagaces contemplaban el devenir de las cosas, de nosotros. Sus viñetas de dibujo simple y eficaz, personal, a su medida, condicionado por unas carencias que él nunca negaba, eran el azogue de un espejo, frente al cual hasta a sus
malos con bigote y antifaz de golfo apandador, barriga depredadora y sociópata sonrisa de tiburón, se les caía la cara de vergüenza o debería.
Antonio, en las mesas redondas y coloquios en las que nos tocaba participar juntos, siempre se sentaba en las sillas de los extremos, no porque su discurso fuera radical, no hay metáfora, simplemente porque no le gustaba el foco, ser el
prota, pero lo era y a mí me gustaba sentarme a su lado precisamente por lo contrario, para serlo, que se supiera que, generoso como él era, me había regalado su amistad y para comprobar que existen los milagros y, de esa manera, de su sabiduría, por osmosis, se me pegaba algo. Los milagros no existen, definitivo. Antonio no hablaba, solo lo justo para apuntalar certeramente nuestros discursos. También lo hizo, apuntalarme, en mis principios, en aquel vital
Diario 16 comprometido y hambriento, en el que comencé a transitar inhóspitas estepas siberianas de folios blancos DIN A 4, me enseñó a preguntarle al techo, sentado encima de mi paciente silla, con las manos en la nuca, rodeado de titulares «a tres», columnas, negritas y sumario.
Y a este país, el nuestro, ignorante de convivencia, atrasado por el oscurantismo de la dictadura, le alfabetizó de democracia, le instruyó en las cuatro reglas: la d con la e, de; la m con la o, mo; la c on la r y con la a, cra; la c con la i y con la a, cia… De-mo-cra-cia.
El ADN sin cadenas de Antonio es su sabia herencia genética trasmitida de tintero en tintero. Rechonchos y chatos tinteros, tal vez vetustos y arcaicos, pero laboriosos y activos cuando se desenrosca su tapón dentado, liberando su función. Tarde tras tarde la plumilla, fija en su escolar palillero de madera antigua, rebusca en la tinta negra y profunda como el azabache, marca Windsor and Newton, los vestigios de un calamar sabueso, propulsado no hacia atrás, hacia adelante, siempre hacia adelante en perpetuo movimiento, un
Forgendro con magistrales raíces arbóreas de ilustrado roble majestuoso, trepando tentaculares por el cielo, copándolo de estrellas que no tiene nada de fugaces.
Sus parlanchines personajes, abanderados comprometidos de luchas que, tenaces, se resisten a ser causas perdidas en nuestro olvido, seguirán manteniendo soliloquios con nuestras conciencias y abriendo nuestro corazón anestesiado. Gustaba que le clasificasen como «humorista gráfico». Un epíteto simplista que, para mí, no adjetiva atinadamente todo el afán reflexivo que destilan sus viñetas asomadas desde la página de Opinión de un periódico, porque Forges es una fragua de gestos, hábitos y vocablos sociales que contextualizan el día a día de la realidad española y que ahora, a pesar de que ya no estará él para crearlas, seguirán per son alizán don os: el bocadillo de Carpanta, ya desde hace mucho, es «el bocata de Carpanta». Spain made in Forges.
Y mañana, porque Antonio lo desearía, los rayos del redondel del sol dibujados como pestañas con rotulador negro, contemplados por Blasillo, volverán a despertarnos, igual que todos los días, asomados al esperanzador horizonte del marco de su viñeta.
“FORGES ES UNA FRAGUA DE GESTOS, HÁBITOS Y VOCABLOS
SOCIALES QUE CONTEXTUALIZAN EL DÍA A DÍA DE LA REALIDAD”