El Mundo

Rafa Nadal: «La gente radical es mala para la sociedad»

RAFAEL NADAL

- POR JAVIER MARTÍNEZ

Once veces campeón de Roland Garros. Un día después de ampliar su colosal legado en el torneo, Rafael Nadal (Manacor, 1986) repasa su trayectori­a y su evolución y aborda distintos asuntos de su vida fuera de la cancha, sin obviar algunas reacciones suscitadas por su opinión sobre la moción de censura que precipitó el cambio de Gobierno en España

El número 1 del mundo cenó el domingo en el Hotel Interconti­nental de París, lugar elegido para todas las celebracio­nes, que incluyen también cada 3 de junio, día de su cumpleaños. Antes, la feliz secuencia de rutinas tantas veces repetida, con atención a las television­es y cortesías institucio­nales. Tras la cena, que reunió a cerca de 60 personas entre familiares y amigos, la tradiciona­l copa en Matignon, hasta las tres de la madrugada. Ayer, ya con más calma y tras pocas horas de sueño, conversó con tres periodista­s españoles en la cafetería del lobby del Hotel Melia Royal Alma, donde se ha alojado a lo largo del torneo, mientras le aguardaba una barrita abierta de pan integral con la que acudió al encuentro.

Pregunta.- ¿Cómo ha metaboliza­do este decimoprim­er título de Roland Garros en relación con el primero, que ganó en 2005 con apenas 19 años?

Respuesta.- Ya entonces era totalmente consciente de la importanci­a de este torneo, pero no sabía lo que podía venir después, porque el futuro nadie lo puede controlar. Ahora soy una persona con un poco menos de energía en algunos momentos y con un poco más de conocimien­to general del mundo. Y un poquito más viejo, desgraciad­amente.

P.- Tanto Federer como Djokovic y Murray, los grandes tenistas de su generación, ya son padres y tienen responsabi­lidades familiares. Da la impresión de que usted es el único que mantiene un compromiso casi exclusivo con el tenis.

R.- Tengo un compromiso con aquello que me hace feliz y mi vida me lleva a hacer las cosas de una u otra manera. Al final, yo también tengo una pareja y no soy el que decide las cosas, con lo cual tengo que adaptarme a las situacione­s y a lo que va ocurriendo. Disfruto de lo que me gusta, en el tenis y fuera de él. Las cosas no son fáciles de prever. Yo, a esta edad, pensaba que tal vez estaría retirado y a lo mejor habría empezado a formar una familia. Desde mi modo de pensar, veo más fácil estructura­rla con una vida más estable, pero los años van pasando, y, depende de lo que ocurra con mi tenis y con mi carrera, habrá que tomar una decisión. Cuando llegue, llegará, sin ningún tipo de estrés ni nada. Son cosas que van pasando en la vida.

P.- ¿Cómo se defiende esa humildad de la que acostumbra a hacer gala cuando ha logrado ganar 11 veces uno de los torneos más importante­s del mundo?

R.- Soy una persona normal y corriente que ha hecho algo muy difícil, ésa es la realidad. Lo cierto es que no en todos, pero sí en la mayoría de partidos que he jugado a lo largo de mi carrera en este torneo he salido a la pista pensando en que podía ganar o podía perder. No sé cuántos partidos he ganado aquí. [86 de 88, se le recuerda]. Pues quizás en 75 he empezado así. Ésa es una de las bases de mi éxito.

P.- ¿Le ha enviado Federer algún mensaje de felicitaci­ón?

R.- No he mirado un solo mensaje, la verdad. Tuve horas de trabajo después de la final, llegué a la cena sobre las once y media, estaban mi familia, mi equipo, y atendí a la gente que estaba conmigo. A partir de mañana estaré más tranquilo, miraré los mensajes y los responderé.

P.- ¿Le preocupa que cuando aborda cuestiones políticas, como pueda ser el asunto de Cataluña, o, recienteme­nte, el cambio de Gobierno, pueda fracturars­e el consenso unánime de simpatía que despierta entre los españoles?

R.- No. Primero, las cosas unánimes al cien por cien no existen. Dicho esto, cuando he hablado fuera de lo que es el tenis lo he hecho porque soy una persona y un ciudadano que me preocupo por lo que ocurre en el país donde vivo, por la gente a la que conozco y por la gente a la que no conozco. Cuanta más gente esté mejor en el país y más feliz sea, mejor. Si dijera alguna barbaridad, entiendo que pudiera producirse alguna fractura en la percepción sobre mí. Simplement­e, di mi opinión desde el máximo respeto; primero, desde la humildad de no dedicarme a eso. Lo que comenté, cuando me preguntaro­n, lo hubiera dicho igual cinco días antes del cambio de Gobierno. En España han pasado cosas en los dos últimos años y medio que no son fáciles para nadie. Di mi opinión. No pedí ni exigí nada. Si tú me dices que estás encantado de que Cataluña sea independie­nte,

«Me pronuncié sobre el cambio de Gobierno desde el respeto; no pedí ni exigí nada»

«A esta edad pensé que ya estaría retirado y habría empezado a formar una familia»

«Hay gente radical que no entiende la opinión que no es acorde a la suya»

«He ganado confianza en los cambios de dirección con mi golpe de revés»

no te voy a responder que eres un desgraciad­o por ello. No lo comparto, pero te respeto. Hay gente radical que no entiende la opinión que no es acorde con la suya. Es una pena, éste es un país democrátic­o, hay libertad de expresión y cada uno puede opinar desde el respeto y sin dinamitar todo, pero hay gente que es radical, y eso normalment­e es malo para la sociedad.

P.- Llama la atención la efectivida­d de su revés. ¿Cree que es una de las facetas donde más ha progresado?

R.- No es algo nuevo. Hace tiempo que lo he mejorado. He terminado el torneo golpeándol­o muy bien, tanto en las semifinale­s como en la final, pero no fue así en la primera semana. Lo cierto es que si además de abrir la pelota con mi drive hacia el revés del rival, consigo hacerlo con mi revés hacia su derecha, la pista se vuelve muy grande y se me ofrecen muchas posibilida­des. Es verdad que en estos últimos tiempos hemos entrenado mucho dos contra uno; yo sólo con una persona enfrente a cada lado. Eso me ha ayudado a tener más seguridad y confianza en los cambios de dirección.

P.- ¿Le sorprende que Federer y usted hayan ganado los últimos seis torneos del Grand Slam?

R.- Claro que sorprende, porque ambos llevábamos un tiempo sin lograrlo y estamos en una edad avanzada. Tras años sin ganar, no sabíamos si volveríamo­s a hacerlo.

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FERNANDO PÉREZ / EFE

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