La dimisión de dos halcones del ‘Brexit’ dinamita el gabinete de la Theresa May
Los ministros Boris Johnson y David Davis se rebelan contras las concesiones a la UE de la primera ministra británica, sobre la que se cierne una moción de censura / Caída de la libra por la incertidumbre política
Las dimisiones de Boris Johnson y David Davis por las concesiones a la UE dejan acorralada a la primera ministra
Uno tras otro, David Davis y Boris Johnson presentaron ayer su dimisión como ministro del Brexit y como titular de Exteriores y sumieron al Gobierno de Theresa May en el caos. A falta de nueve meses para el pistoletazo de salida de la UE, la doble renuncia provocó un terremoto de imprevisibles consecuencias, entre las presiones crecientes del ala dura del Partido Conservador para desafiar el liderazgo de la premier, al cabo de dos años vividos peligrosamente en Downing Street.
El detonante de la doble dimisión fue el plan para suavizar el Brexit que May impuso a su Gabinete en el cónclave del viernes en la residencia de Chequers, cerrado con la falsa apariencia de un consenso. El plan fue criticado como «un desastre» por el ala dura del partido. Según varios medios conservadores, el propio Boris Johnson llegó a reconocer en privado que la propuesta de May equivalía a «sacarle brillo a una mierda».
Downing Street no esperó siquiera a que el ministro díscolo escribiera su carta de dimisión y anunció la renuncia de Johnson en un escueto comunicado a primera hora de la tarde. En su carta de dimisión, Johnson aseguró que el plan de May equivale a «un semi Brexit» y dejaría al Reino Unido «en un estatus parecido al de una colonia». El ex secretario de Exteriores aseguró que estuvo todo el fin de semana intentando digerir el plan, pero que las palabras se le quedaron «atascadas como un palo en la garganta». «Como no puedo defender esta propuesta con mi conciencia, he llegado a la triste conclusión de que me tengo que marchar», sentenció Johnson.
«El sueño está muriendo, sofocado por las dudas sobre nosotros mismos», agregó Boris a modo de lamento.
«Hemos pospuesto decisiones cruciales, como la preparación en el caso de un no acuerdo con Bruselas. Y ahora parece que hemos ido incluso hacia atrás en el último año, y que estamos dispuestos a que partes de la economía británica sigan atrapadas dentro del sistema de la UE, y sin ningún tipo de control para el Reino Unido», añadió.
La noche anterior, Johnson había intentado convencer a David Davis para que siguiera en su puesto, pero la renuncia repentina del ministro del Brexit la noche del domingo no le dejó otra opción.
La propia May había llegado a lanzar una advertencia a Johnson en el momento de apelar a la «responsabilidad colectiva» ante el Brexit. En una de sus últimas salidas de tono, el entonces titular de Exteriores llegó a decir que Donald Trump habría sido un mejor negociador ante Bruselas que May.
La premier luchó por dar una apariencia de normalidad dentro del caos en su comparecencia en el Parlamento, tras el desplante de Johnson. May agradeció el trabajo de sus dos ministros dimisionarios y su «pasión» a la hora de defender «una Gran Bretaña global».
La líder conservadora recalcó en la Cámara de los Comunes que su plan de 12 puntos, incluido el «marco regulatorio común con la UE» para productos agrícolas e industriales, será a partir de ahora la línea maestra de la negociación con Bruselas. May advirtió sin embargo que la posibilidad de un «no acuerdo» sigue sobre la mesa si la UE no hace concesiones.
«Hemos tardado dos años en negociar el Brexit y hemos necesitado sólo dos días para hacer saltar todo por los aires», declaró por su parte el líder de la oposición laborista, Jeremy Corbyn. «Ya hemos visto en qué ha quedado la responsabilidad colectiva del Gobierno. Y ya hemos entendido por qué no hubo dimisiones el viernes en Chequers: a los ministros se les incautaron sus teléfonos móviles y no podían llamar a un taxi para la vuelta ni tampoco coger un autobús por todas las líneas cerradas por culpa de la austeridad».
Tras la tormenta parlamentaria, Theresa May tuvo aún un trago más amargo que afrontar ayer por la tarde: la comparecencia en el comité 1922 integrado por los parlamentarios tories, que la esperaron con el hacha en alto. El ultraconservador Jacob Ress Mogg, partidario del Brexit duro, fue la voz más crítica contra la premier, sobre la que planea la sombra de una moción de censura y un desafío al liderazgo en sus propias filas (el apoyo de 48 parlamentarios bastaría para ponerla en marcha).