Torra se enroca en el ‘procés’ y Sánchez lo tilda de «constructivo»
Señala como «irrenunciables» el derecho de autodeterminación y la independencia Exige al presidente poner fin a la «ofensiva policial y judicial» contra el soberanismo
El presidente de la Generalitat le avisa de que sólo cabe la autodeterminación y le da dos meses para que se pronuncie
El jefe del Ejecutivo reconoce que Cataluña es una nación, activa la comisión bilateral y retirará recursos ante el TC
Culpa a Rajoy de la crisis independentista y dice estar dispuesto a reconstruir «todo lo que el PP ha recortado»
La reunión del deshielo, el encuentro que abre una nueva etapa en las hasta ahora inexistentes relaciones entre el Gobierno de España y el Govern de la Generalitat, tuvo un resultado agridulce.
El presidente catalán, Quim Torra, salió del madrileño Palacio de la Moncloa asegurando que «cualquier solución política pasa por respetar el derecho de autodeterminación» y enfatizando que no renuncia «a ninguna vía para llegar a la independencia». Al mismo tiempo, aceptó volver a los órganos bilaterales de desarrollo del Estatuto de Autonomía. El presidente del Gobierno, el socialista Pedro Sánchez, por su parte, se manifestó satisfecho porque el encuentro supone «un punto de arranque constructivo para la normalización de las relaciones».
Quim Torra está razonablemente satisfecho de su primer encuentro con el presidente del Gobierno. Ha podido «hablar de todo» y reclamar de nuevo el «derecho a la autodeterminación» y el «fin de la ofensiva policial y judicial» contra el secesionismo, lo que implica mantener en pie la demanda de un referéndum de independencia y exigir la libertad de los «presos políticos» y el retorno de los «exiliados». En definitiva, seguir jugando al procès.
El president de la Generalitat no se movió ni un milímetro de las posiciones soberanistas radicales pero «valoró» que Pedro Sánchez «escuchara y tomara notas» de las mismas y, además, admitiera que el «problema catalán es político» y como tal merece una «solución también política».
Para Torra, esta actitud del presidente es por sí sola un avance, como también lo es que, según su versión, que Sánchez le asegurara que defiende un modelo de España como «nación de naciones», recuperando de este modo el concepto de «plurinacionalidad» que aprobó el PSOE en su 39 Congreso pese a las profundas discrepancias que mostraba una parte del partido y pese a que, también, el Tribunal Constitucional en la sentencia del Estatuto de Cataluña resolviera que «la Constitución no conoce otra que la nación española».
No obstante, contento porque el jefe del Ejecutivo acepte entablar a partir de ahora con el Govern una relación «bilateral», admitió que Sánchez no llegó a concretar durante el largo encuentro mantenido entre ambos ni cuál es su proyecto para España ni tampoco qué solución plantea para abordar la autodeterminación de Cataluña.
El president aseguró estar convencido de que el nuevo canal de comunicación fluida que, de acuerdo con la interpretación de ambas partes, ha quedado abierto, permitirá abordar «los temas de fondo» que, en su opinión, son dos: conseguir la independencia catalana y acabar con la «indecencia» de mantener en prisión al ex vicepresidente de la Generalitat, a los ex consejeros, a la ex presidenta del Parlament y a los líderes de ANC y Ómniun Cultural.
Ambos volverán a reunirse a la vuelta del verano, dentro de dos meses, en Barcelona, y para entonces, el presidente de la Generalitat pretende adentrarse con mayor profundidad en estas dos cuestiones que, mantiene, «apoya el 80% de la población catalana».
«Cualquier solución al problema político catalán pasa por votar». Con estas palabras, el presidente catalán vino a avisar de que el independentismo no aceptará fórmulas a medias ni ofertas distintas a un referéndum. Más aún y para que nadie en Moncloa se llame a engaño recalcó: «El Govern no renuncia a ninguna vía para conseguir la independencia». Ahora no es el momento de hablar de «unilateralidad» porque conviene dar margen para comprobar si realmente Sánchez pone sobre la mesa la solución política que promete y calibrar su contenido, pero si esta no satisface las aspiraciones soberanistas, el Govern, aseguró Torra, «seguirá su camino».
«El 1 de octubre se celebró una consulta y el 27 de octubre se declaró la república. Ese es el escenario en el que nos encontramos y así se lo he transmitido al presidente Sánchez», afirmó.
De hecho, a juzgar por las explicaciones que dio el president ante la prensa, la Generalitat no renuncia a nada. No hubo concesión alguna pese a los gestos de distensión que el Gobierno central quiso demostrar. Ni siquiera se prestó Torra a rebajar el nivel de los desaires institucionales que dedica al Jefe del Estado. Felipe VI es persona non grata para el independentismo y eso no cambiará. Se mantendrá en pie la decisión de no invitar al Rey a ningún acto dependiente de la Generalitat.
Fue Torra quien sacó a relucir el «hiriente» mensaje del Monarca el 3 de octubre, después de que el independentismo llamara a las urnas para votar la ruptura con el Estado. Y para recalcar ese daño confirmó que Felipe VI no será invitado al acto en recuerdo de las víctimas de los atentados de Barcelona y Cambrils que se celebrará el próximo 17 de agosto.
El president sí aceptó de buen grado las primeras ofertas de distensión que le planteó Sánchez y que pasan por reactivar la Comisión Estado-Generalitat, el marco en el que se negocian y dirimen una multitud de asuntos que afectan a la comunidad autónoma de Cataluña y en los que tiene en todo o en parte competencia el Estado, y la disposición del Ejecutivo central a revisar los recursos que el Gobierno de Rajoy interpuso en el Constitucional contra leyes sociales catalanas. Torra, por su parte, anunció a Sánchez que le apoyará en su pretensión de derogar la llamada ley mordaza así como en las iniciativas que presente en relación con la memoria histórica.