El sueño del ‘Brexit’ produce monstruos

LA MEJOR IMAGEN del ‘Brexit’ la realizó Goya a finales del siglo XVIII. Es un aguafuerte, número 43 de la serie ‘Caprichos’. Se titula ‘El sueño de la razón produce monstruos’ y usted la recuerda... Un hombre joven aparece abatido sobre una mesa, la cabeza entre las manos. Detrás suyo, revolotean murciélagos.

«En esta estampa comienza una serie de composiciones destinadas a flagelar la ignorancia del pueblo, los vicios de los monjes y la estupidez de los grandes», explica el catálogo del Museo del Prado.

Y esas tres dianas de Goya son lo que definen el ‘Brexit’. A

estas alturas, no cabe ninguna duda de que los británicos votaron, libremente sí, pero sin saber las desastrosas consecuencias de su decisión.

Goya, un ilustrado, fustigaba «la superstición extendida entre el pueblo en aquellos años, alimentada por los monjes».

Los monjes del siglo XXI fueron aquellos políticos demagogos que sembraron entre el pueblo supercherías como que el ‘Brexit’ permitiría dedicar 350 millones de libras extras a la semana a la sanidad pública, muy necesitada de fondos. Fue lo más grosero de la campaña Vote Leave. El político más cercano

a esa organización fue Boris Johnson que dimitió el lunes como ministro de Exteriores. Le precedió el titular de la negociación David Davis, al que le han metido más goles que a De Gea.

Johnson dio alas al sueño de un Reino Unido neoimperial, firmando tratados de libre comercio con las grandes potencias, en tibia asociación con la Unión Europea en cuya vida participaría sólo para lo bueno.

Al final, el sueño ha acabado en pesadilla. La libra vale mucho menos y para mantener abierta la frontera entre las dos Irlandas, el Reino Unido se encamina hacia un ‘Brexit’ blando que se

parece al acuerdo entre la UE y Noruega.

Theresa May reunió a sus ministros el viernes pasado, les dijo esto son lentejas y los citados dimitieron días después.

Johnson y el primer ministro que prometió, organizó y perdió el referéndum, David Cameron, salieron de las aulas de Eton y Oxford, fábricas de la crema intelectual y política inglesa. Se confirma que en todas partes crecen tontos.

Johnson, cuyo ego le llevó a posar firmando su dimisión, escribió: «El sueño [del ‘Brexit’] muere sofocado por las dudas sobre nosotros mismos». La estupidez de los grandes, sin duda.