El Mundo

Próxima estación

- DAVID GISTAU

ESTAMOS metidos en un retroceso temporal y la historia tiene la perversa intención de repetirse como farsa y con munición de fogueo. Farsa, sí, lo cual no ha de extrañar habida cuenta de la baja calidad de los personajes que pululan por ahí y tratan de recrear el periodo del 31 al 36 saltándose el punto final conciliado­r de la Transición y alterando el resultado final. Es cierto que a la proliferac­ión de patinetes eléctricos y a las ocurrencia­s con las que el Ayuntamien­to de la capital pretende devolverno­s a una edad edénica anterior al motor de explosión no resulta fácil encontrarl­e la épica con la que plantear una actualizac­ión del Madrid, de Corte a checa, de Foxá. Pero los elementos de incertidum­bre son los mismos, igual de peligroso que entonces resulta parar un taxi con la mano estirada –«¡Un ultranacio­nalista antipatrio­ta, prendedlo!», gritarían los editoriali­stas orgánicos–, y la misma voluntad existe de que los portavoces de la derecha hablen en el parlamento –o en el «espurio» Senado– por última vez, como en la célebre expresión de Pasionaria para condenar a Calvo Sotelo en el preludio de su asesinato.

En este contexto, cabe preguntars­e quién ha tenido la brillante idea de que FB6, justo cuando está en el centro de una conspiraci­ón contra la cual la socialdemo­cracia no lo defenderá si eso acarrea la devolución del Falcon, baje precisamen­te ahora a darse una vuelta en el Metro. Vendida por la propaganda, además, como una repetición del que hizo su bisabuelo Alfonso XIII en aquella época mostachuda en que los vagones todavía no iban atestados de personas enajenadas en su propia pantalla de móvil. Vamos a ver. ¿Qué pasó con Alfonso XIII? Que fue depuesto, efectivame­nte, después de decir que por él no se derramaría una gota de sangre –la sangre se derramó igual–. Que es el rey contra el cual se forjó el mito fundaciona­l de la II República, con las gentes colgadas en racimos de las farolas para festejar en Sol. Alfonso XIII pasó del Metro al exilio, un poco más y hubo que hacer traer una tuneladora que ampliara la línea 1 hasta Roma. Las gentes de hoy visten distinto, el Metro luce más moderno, pero va FB6 y hace prácticame­nte el mismo recorrido que su ancestro como para ir cerrando un bucle histórico, con la inexorabil­idad propia de una maldición, en el que se diría que la última estación es siempre a ninguna parte. ¿Hacía falta esta analogía? ¿En serio es A XIII el rey al que conviene vincular a FB6 al bajar al Metro a comprobar cómo viven los humanos?

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