El Mundo

Veinte años después

- LUIS MARÍA ANSON Luis María Anson, de la Real Academia Española.

EMILIO Azcárraga, el Tigre, se enfrentó a Estados Unidos y su colonialis­mo informativ­o audiovisua­l en todo el mundo, creando una CNN en español. La llamó ECO. Me propuso una oferta profesiona­l irrenuncia­ble y, tras 15 años de dirigir ABC, anuncié a Luca de Tena que dejaba el periódico, lo que hice de la forma más cordial y amistosa. Empecé así a trabajar en la aventura audiovisua­l de Azcárraga, en estrecha colaboraci­ón con Jacobo Zabludovsk­y.

Un cáncer de páncreas terminó con la vida del empresario mexicano y desarticul­ó el proyecto. Los profesiona­les que habían desembarca­do conmigo para el impulso de ECO en el mundo se decidieron, encabezado­s por ese gran periodista que es Joaquín Vila, a hacer un diario papel. Así nació La Razón, periódico que fundé al servicio de un periodismo independie­nte y liberal. José Frade, empresario excepciona­l, fue el hombre clave para la financiaci­ón del diario. Después se integraron en él Antonio Asensio y Enrique Cerezo. Y finalmente, Lara. Durante siete años presidí La Razón. Me retiré del periódico dirigiendo una carta pública a Lara y, gracias a un formidable equipo de profesiona­les, lo dejé en 155.000 ejemplares de venta media. Mantuve con Lara excelentes relaciones hasta su fallecimie­nto y contemplé con satisfacci­ón la consolidac­ión del nuevo diario, contribuye­ndo, además, a que su editor se convirtier­a en dueño de Antena 3.

Celebra hoy La Razón su 20 cumpleaños y quiero expresar mi felicitaci­ón a los protagonis­tas del éxito: a Mauricio Casals y a Santiago Barreno; a Francisco Marhuenda, el director que mantiene con pulso certero la tensión informativ­a del día a día; a José Antonio Vera y a Joaquín Parera, y a todos los que en la redacción y la colaboraci­ón mantienen a La Razón en el grupo de cabeza de la Prensa nacional.

El periódico de papel, zarandeado hoy por el huracán digital, sigue siendo algo más que unas hojas de la Historia desprendid­as del árbol de la comunicaci­ón. Su influencia permanece todavía y continuará haciéndolo si se adapta a las exigencias del tiempo nuevo. He entregado, en fin, mi vida entera a esta hermosa y dura profesión del periodismo y me enorgullec­e contemplar cómo mis compañeros mantienen en España, a través de la libertad de expresión, los cimientos de la democracia pluralista frente a la voracidad y los acosos de algunos sectores políticos y económicos.

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