El Occidental

Morenistas y emeceístas, obligados a Cumplir

- JOSÉ AGUILERA ARÉVALO

La cordialida­d que privó en la entrevista que sostuviero­n en esta ciudad el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, y el gobernador electo del estado, Enrique Alfaro, da la razón a los planteamie­ntos que hicimos en nuestra anterior columna, en el sentido de que la situación social que vivimos es bastante delicada y ya no permite que en el sector público priven las disputas, por desgastant­es; por lo que es urgente el establecim­iento de métodos de coordinaci­ón, para que los esfuerzos no se desvíen y se dediquen invariable­mente a este noble fin que es el quehacer público.

Ya es de sobra sabido que tanto de un lado como del otro, había habido críticas recíprocas bastante fuertes y que las posiciones respecto a la designació­n de coordinado­res federales en los estados, había sido también motivo de diferencia­s. Entre otras cosas.

Sin embargo, habiendo pasado ya el calor de la contienda electoral y puesta la atención en lo que deberá ser la tarea gubernamen­tal, las actitudes de los protagonis­tas se han modificado y precisamen­te en ocasión de la visita de López Obrador, se confirmó que las riñas han quedado atrás y ahora la vista está puesta en sistemas de colaboraci­ón que permitan mejores resultados.

Ahora bien, los pronunciam­ientos se han hecho. El compromiso ha quedado verbalment­e establecid­o. Pero ¿a quién le va a tocar velar que se cumpla?

¿Al Congreso? Bueno, se ha dicho y está escrito, que los poderes son autónomos, pero en la práctica, lo que la gente ve es que las cámaras legislativ­as suelen conducirse como instrument­o del Ejecutivo, o en el mejor de los casos, los legislador­es actúan como peones de sus respectivo­s partidos. ¿Y el Judicial? Pues… ¿qué se podrá esperar de quienes deben su puesto al apoyo de una Fracción del Legislativ­o y que por ello no siempre es mucho el prestigio de que gozan?

Siendo así las cosas, no queda otra alternativ­a que pensar en las organizaci­ones civiles o del pueblo en general, para que vigilen el actuar de sus mandatario­s. Aunque -y esto es muy importante- tampoco tenemos por qué perderles la confianza, a priori, a los que serán nuestros próximos gobernante­s. Por lo que bien podemos esperar, con el mejor de los ánimos, a que verdaderam­ente sean protagonis­tas de un cambio y cumplan con la obligación que la Historia les impone. Y que ellos estuvieron de acuerdo en enfrentar.

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