A 100 AÑOS DEL ÚLTIMO JUGLAR
El orgullo de Zapotlán el Grande se desempeñó como jefe de distribución en 1943 en EL OCCIDENTAL, aquí mismo produjo e imprimió sus primeras revistas literarias
Juan José Arreola produjo e imprimió sus primeras revistas literarias en EL OCCIDENTAL, hoy le rinden homenaje en la Rotonda de los Jaliscienses Ilustres.
Un estilista de la prosa, autor de algunas de las más perfectas páginas escritas en lengua española, intelectual y promotor de la cultura como pocos, ajedrecista, actor y dueño de una generosidad tremenda, celebramos este viernes el centenario de Juan José Arreola. Nace en Zapotlán el Grande el 21 de septiembre de 1918, y desde pequeño es conocido en el pueblo como Juanito el recitador, ya que aún entonces y con un puñado de libros a los que pudo acceder le nació el amor por el lenguaje y la palabra hablada sobre todo.
La Guerra Cristera impidió que siguiera su formación escolar, y su padre decidió que lo mejor que podía hacerse por el muchacho era que aprendiera un oficio. El único problema es que la curiosidad que desde siempre lo caracterizó no lo llevó por uno, sino por cualquier cantidad de ellos, como lo recuerda en su texto De memoria y olvido: “He sido vendedor ambulante y periodista; mozo de cuerda y cobrador de banco. Impresor, comediante y panadero. Lo que ustedes quieran”.
En Guadalajara inició a publicar las revistas junto a Antonio Alatorre y Juan Rulfo, quien trabajaba en una oficinita de inmigración a escasos metros de EL OCCIDENTAL, periódico en el que un joven Arreola se desempeñó como jefe de distribución por allá de 1943 y que facilitó los medios para que los primeros textos
impresos de ambos vieran la luz.
En esta misma casa editorial se encargó de cubrir y reseñar la visita de la Comedia Francesa en una breve temporada en el Teatro Degollado en la que conoció a Louis Jouvet, quien arreglo para él una estancia en París para formarse con esta compañía teatral y que representaría uno de sus grandes recuerdos ya que el arte dramático es trascendental no sólo para la construcción de su obra sino de todo su personaje público.
A su regreso a México comenzó a trabajar en el Fondo de Cultura Económica como corrector y ahí comenzó una de las facetas más generosas, ya que acompaño la formación de escritores mexicanos
como: Francisco Tario, Ruben Bonifaz Nuño, Carlos Pellicer, José de la Colina, Emilio Uranga, Alfonso Reyes y fue el primer editor de Carlos Fuentes, Elena Poniatowska, Emilio Carballido, José Emilio Pacheco, José Revueltas, Carlos Monsivais, José Agustín, y fue maestro y amigo de personajes como José Luis Martínez, Antonio Alatorre, Juan Rulfo, Alí Chumacero, Fernando del Paso, Sergio Pitol y muchos más; es decir toda la primera plana de al menos dos generaciones de primerísimo nivel en las letras mexicanas le deben algo a Arreola, quien siempre tuvo la delicadeza para encontrar lo valioso en cada texto.
CASA DEL LAGO
En 1959 fue el primer director de la Casa del Lago, que abrió con sesiones de ajedrez y poesía recitada en el Lago de Chapultepec y fue el iniciador de los talleres literarios en México. Cronista de tenis y de futbol en el mundial del 70 y las olimpiadas del 92, fue de los primeros intelectuales que rompió el estigma de aparecer en televisión y valiéndose de sus dotes histriónicas y una memoria prodigiosa que le permitía recitar de memoria textos enteros, logró llegar a un público mucho más amplio.
SU OBRA NARRATIVA
Su obra narrativa es breve: a penas unos cuantos libros en los que la brevedad es portento del ingenio. Entre ellos destacan Varia Invención (1949), Confabulario (1952), La Feria (1963), la que fuera su única novela, y Bestiario (1972) que le dictó a José Emilio Pacheco.
Fue reconocido con premios de primer nivel como el Premio Jalisco de Literatura 1953, Premio Xavier Villaurrutia, 1963, por
La Feria, Premio Nacional de Periodismo, 1977, Oficial de Artes y Letras del Gobierno de Francia, 1977, Premio Nacional de Ciencias y Artes (Lingüística y Literatura), 1979, Premio Internacional de Literatura Juan Rulfo, 1990, Premio Internacional Alfonso Reyes, 1995. Doctor honoris causa, en 1996, por la Universidad de Colima, y por la UAM y en 2000, la Universidad del Claustro de Sor Juana, Casa Lamm, y el Centro Universitario de Integración Humanística y de Estudios Universitarios de Londres, le entregaron una de las 17 medallas a los sabios de fin del siglo XX, entre muchos más.
Yo, señores, soy de Zapotlán el Grande. Un pueblo que de tan grande nos lo hicieron Ciudad Guzmán hace cien años” Juan José Arreola