Presa Calderón se queda vacía
En el reporte más reciente su capacidad de 80 hectómetros cúbicos solo contaba con 13.68 HM3
Sus puertas fueron cerradas y las actividades recreativas suspendidas, ya que es imposible extraer un litro más y parece que está destinado a convertirse en un desierto.
La presa “Ingeniero Elías González Chávez” o la Calderón, que surte a la Zona Metropolitana de Guadalajara y cuyas puertas se cerraron en días pasados debido a que es imposible extraer un litro más, antes escenario de paseos de fin de semana e incluso para pescar, hoy es un vaso en decadencia, que pareciera estar destinado a convertirse en un desierto, el agua es apenas es un “espejo” en algunas zonas.
En el reporte más reciente de la Comisión Nacional del Agua, con todo y que cerraron sus compuertas y ya no surte más a la ciudad, indica que de su capacidad de 80 hectómetros cúbicos (80 millones de metros cúbicos de agua) solo contaba hasta ayer con 13.68 HM3.
Esta presa situada en el municipio de Zapotlanejo, porcentualmente hablando, es de las más vacías de Jalisco.
La presa que inició funciones en el año de 1991 y tiene una cortina de 36 metros de altura, no solo abastece de agua a la ciudad, sino que con sus aguas se ha convertido en un centro ecoturístico y de pesca.
El panorama desolador no solo es en cuanto a su capacidad, también en lo que se refiere a sus visitantes.
Su espejo de 382 hectáreas se ha disminuído considerablemente y apenas es suficiente para que cuatro garzas de color blanco, al centro, permanezcan.
Quienes gustan de cruzarla en lanchas y hasta pescar, aseguran que la actividad ha disminuido considerablemente por falta de agua. Un letrero advierte “No pisar las lanchas”, ya que de hacerlo golpearían contra el piso, apenas flotan en unos centímetros del agua.
Se tuvo que implementar un muelle de madera provisional para llegar a las mismas, porque de hecho no se pueden acercar a la orilla, se dañarían.
La colosal presa, que se puede ver al paso por la autopista a Zapotlanejo hoy no solo luce sola, también triste, no abona al paisaje y pone en evidencia su fragilidad, ante la falta de lluvia y el indiscriminado uso de sus aguas, por una ciudad insaciable que ya empieza a vivir las consecuencias.
Su espejo de 382 hectáreas se ha disminuido considerablemente y apenas es suficiente para que garzas de color blanco, permanezcan en sus aguas.