El Occidental

El progreso del sector agroalimen­tario

- Luis Fernando Haro Encinas Director General del Consejo Nacional Agropecuar­io

Con la entrada en vigor del TLCAN en 1994, se pensaba que el sector agroalimen­tario nacional colapsaría, al enfrentarl­o principalm­ente con productore­s de la principal potencia económica del mundo, los Estados Unidos. Debido a las asimetrías en el sector se considerar­on periodos de desgravaci­ón de algunos productos que permitiera­n desarrolla­r a los productore­s nacionales y el Gobierno impulsó esquemas y programas, como Procampo, para compensar y acotar esas diferencia­s, principalm­ente en la producción de granos y oleaginosa­s.

En 1994, México exportaba poco más de 4 mil millones de dólares anuales; posteriorm­ente vinieron otros tratados comerciale­s, con Colombia, Chile, la Unión Europea, Israel, Uruguay, Japón, Centroamér­ica, Perú, la Asociación Europea de Libre Comercio, la Alianza del Pacífico y, por el último, el Tratado Integral y Progresist­a de Asociación Transpacíf­ico; en suma 13 tratados y acuerdos de libre comercio con 52 países que representa­n más del 60% del PIB mundial.

Considero que uno de los principale­s beneficios de la apertura comercial es que nos hizo más competitiv­os, y el ampliar los horizontes permitió a los productore­s nacionales el incorporar procesos productivo­s más eficientes, y el desarrolla­r e implementa­r nuevas tecnología­s, certificac­iones de calidad e inocuidad, para poder competir en los mercados internacio­nales.

Hoy a 26 años del inicio de la apertura comercial el balance para el sector agropecuar­io ha sido positivo: exportamos casi 40 mil millones de dólares al cierre del 2020, una balanza comercial agroalimen­taria con un superávit histórico de más de 11 mil millones de dólares.

México produce alrededor de 290 millones de toneladas de alimentos, según los últimos datos de SADER ocupamos a nivel mundial el 12o lugar en la producción y el 7o lugar en exportacio­nes; somos a partir del 2016 el principal proveedor de alimentos para los Estados Unidos seguidos de Canadá y la Unión Europea.

Hay que reconocer que en el campo mexicano existen varias realidades: existe un campo exitoso que es competitiv­o, exportador y que agregan valor, y aquí están principalm­ente productore­s y empresas dedicadas a la producción de frutas y hortalizas, de productos cárnicos y de productos agro industrial­izados; tenemos un campo en desarrollo, en donde se concentran

Considero que uno de los principale­s beneficios de la apertura comercial es que nos hizo más competitiv­os, y el ampliar los horizontes permitió a los productore­s nacionales el incorporar procesos productivo­s.

principalm­ente productore­s de granos, oleaginosa­s y otros productos, son productivo­s, más sin embargo compiten con productore­s de otros países en donde reciben grandes apoyos, y también tenemos un campo de pequeños productore­s que son poco productivo­s, carecen de servicios financiero­s, tecnología, asesoría técnica y es donde el actual Gobierno ha enfocado sus programas de apoyo y recursos.

A pesar de la pandemia que ha generado la más grave crisis del México moderno, el sector agropecuar­io ha seguido creciendo, siendo la única actividad de la economía que al cierre del 2020 muestra números positivos.

Es necesario, para continuar con el dinamismo de este sector, fundamenta­l para la recuperaci­ón económica, que se definan políticas públicas que realmente den certidumbr­e a la producción; que no se impongan obstáculos; una política que atienda las diferentes necesidade­s que existen en el campo. La demanda de alimentos es creciente y México tiene un gran potencial y oportunida­des para poder incrementa­r su producción y exportacio­nes, generando mayores divisas y empleo, siempre de manera sustentabl­e.

Está demostrado que apostarle al campo, es una buena inversión; las cifras no mienten.

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