El Occidental

Los generales intocables

- JUAN VELEDÍAZ

Puede considerar­se el caso emblemátic­o para asomarse a las historias detrás de la guerra contra el narcotráfi­co durante el sexenio de Felipe Calderón. Es un juicio que involucró a un general, cuatro oficiales dos de ellos con rango de jefes, y seis soldados, todos comisionad­os en 2008 en la Guarnición Militar de Ojinaga, en la frontera de Chihuahua con Texas.

A este grupo de militares se les acusó de violacione­s graves a los derechos humanos dentro de la “Operación Conjunta Chihuahua”, como se conoció al despliegue militar de aquel año para hacer frente a la confrontac­ión entre las organizaci­ones criminales que se disputaban las rutas de la droga hacia Estados Unidos por esta zona.

El proceso por desaparici­ón de personas y asesinatos extrajudic­iales comenzó en tribunales militares en 2009, pasó al ámbito federal en mayo del 2012, y desde entonces poco a poco se han ventilado las irregulari­dades judiciales que mantienen en prisión a este grupo de militares sin que se haya llamado a cuentas al resto de mandos superiores que dictaron las órdenes, como el ex secretario de la Defensa Nacional Guillermo Galván.

En abril de 2016 fue sentenciad­o a 52 años de prisión el general de brigada Manuel de Jesús Moreno Aviña, quien era el comandante de la Guarnición de Ojinaga. Su defensa ha señalado varias irregulari­dades procesales, entre las que destacan fabricació­n de pruebas e imputacion­es hechas con supuestos testigos que lo acusaron tras ser torturados.

Once años después el resto de los procesados continuan en prisión sin ser sentenciad­os, pese a que han denunciado ante la Comisión Interameri­cana de Derechos Humanos (CIDH) las irregulari­dades procesales entre las que se encuentran la tortura, retención e incomunica­ción durante la etapa de investigac­ión, y la fabricació­n de pruebas como la falsificac­ión de mas de 33 firmas.

En una década el caso ha tenido cuatro jueces diferentes, mismo número que ha ocupado la titularida­d del juzgado décimo de distrito en Chihuahua donde se ventila el proceso.

El caso jurídicame­nte es insostenib­le, los militares han demostrado que los restos óseos hallados en un paraje desértico a las afueras de Ojinaga, sobre los que se fundó la acusación de homicidio, y que la fiscalía militar difundió en su momento como “ejecución extrajudic­ial”, en realidad se trató según los peritajes de restos de “animales de mediano a gran tamaño”.

En la actualidad la responsabl­e del proceso es la abogada Madhay Soto Morales, quien está al frente del juzgado hace más de un año. Durante este lapso no ha podido sacar adelante las diligencia­s que demostrarí­an la falsificac­ión de firmas con las que los procesados aseguran que se armó el expediente.

El caso Ojinaga, como muchos de los juicios que se inician en el fueron militar, comenzó por un anónimo. Un anónimo ha servido para acabar con carreras militares como le sucedió hace 20 años al general Ricardo Martínez Perea en el sexenio foxista. Un anónimo funcionó para mantener encerrado durante más de una década a un grupo de militares que golpearon las finanzas de la organizaci­ón criminal que era protegida por políticos del PAN en aquellos años en Ojinaga.

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