VANADIO, EL ELEMENTO MEXICANO
La convulsiva historia del descubrimiento del elemento químico número 23, es una trama de sospechas e incredulidades que inicia en la Nueva España y se diluye en los institutos europeos
El 10 de noviembre de 1764 nació, en Madrid, Andrés Manuel Del Río Fernández. Estudió en la Universidad de Alcalá en donde se graduó a los 15 años. Continuó en la Escuela de Minería de Almadén y en las academias de minas de París, Hungría, Alemania, Reino Unido y Austria. Conoció al padre de la química moderna, Antoine Lavoisier, y compartió cursos con el explorador Alexander von Humboldt.
En 1794, Del Río obtuvo la cátedra de mineralogía en la Nueva España (México). En el Real Seminario de Mineralogía, fundado por Fausto de Elhuyar, uno de los descubridores del wolframio, debió organizar y clasificar los minerales. Para España era muy importante conocer los minerales de las colonias.
En 1801, hace 220 años, Del Río examinó minerales de la mina La Purísima del Cardenal en Zimapán, hoy estado de Hidalgo. De un mineral, al que llamó zimpanio y luego plomo pardo de Zimapán, obtuvo mediante análisis químicos un polvo gris blancuzco desconocido; se percató de estar ante un nuevo metal, al que llamó panchromium (pancomo), por su variedad de colores y luego erytrhonium (eritronio), por el rojo de las sales al fuego. Lo publicó en Madrid en 1802 y 1803 pero no trascendió a la comunidad científica.
En 1803 llegó a la Nueva España el explorador Alexander von Humboldt. En el Real Seminario de Minería, encontró a su amigo dando clases. Una vez en el laboratorio, éste le mostró su descubrimiento, el explorador dudó y consideró que se trataba de cromo, un elemento desconocido para Del Río pues se había descubierto en 1797 de minerales siberianos. Entonces, Humboldt se ofreció a llevar las muestras y descripciones a Europa para analizarlas.
Humboldt envió las descripciones de Del Río y muestras del metal a Francia. Sin embargo, todo se perdió, cuando el barco que las transportaba naufragó frente a Parnambuco, Brasil. Por fortuna, había tenido la astucia de guardar algo de las muestras, las cuales entregó en París en 1804, a Hippolyte Victor Collet-Descotils en L’École Royale de Mines.
Collet-Decotils no conoció las descripciones de Del Río, pues se perdieron en el naufragio. Después de analizarlas, dijo que era cromo, como Humboldt lo sospechaba. Del Río no tuvo más que aceptar el dictamen. Entonces, las muestras se almacenaron en Berlín.
En 1830, en un viaje a Estados Unidos, Del Río fue elegido miembro de la American Philosophical Society, fundada por Benjamín Franklin.
SUECIA
En 1828, Friedrich Wöehler analizó en Berlín las muestras de Del Río y vio algo desconocido, lo que comentó con Jöns Jakob Berzelius. En 1831, Nils Gabriel Sefström le comunicó a Wöehler y a Berzelius de un nuevo metal descubierto en Suecia, al que llamaron Vanadio, en honor a la diosa nórdica de la fertilidad y la belleza Vanadis.
En algún momento, Berzelius se dio cuenta que el vanadio y el eritronio eran el mismo elemento. Wöehler se presenta en la Academia de Ciencias de Suecia y demuestra que el vanadio es el eritronio, descubierto por Del Río en 1801, en la Nueva España, ahora República Mexicana.
Se desató entonces una serie de acusaciones y reclamaciones sobre la autoría del descubrimiento.
Del Río se entera y comprende que sus deducciones iniciales eran correctas, había descubierto un nuevo elemento. Sintió que Humboldt lo había menospreciado, pero no se enteró que el explorador se presentó en la Academia de Ciencias de Francia, afirmando que el descubridor era Del Río y el nombre del elemento, eritronio.
En Estados Unidos, la American Philosophical Society apoya a Del Río, quien en 1832 publica todo lo relacionado a su descubrimiento, y no tiene reparo en mencionar el desprecio de los científicos europeos, en especial de Humboldt.
El geólogo George W. Featherstonhaugh sugirió llamar al nuevo elemento Rionio, en honor a Del Río. Sin embargo, el nombre de vanadio se decidió en Europa y persistió. Hoy, la autoría del descubrimiento recae en Del Río y Sefström.
¿QUÉ ES?
El vanadio es un metal poco abundante, es blando, dúctil y resistente a la corrosión. No existe de forma natural, sino en 65 minerales. Los principales exportadores son Sudáfrica, China y Rusia. El 85 % del vanadio se utiliza en aleaciones de acero, le da mayor dureza y lo hace menos pesado. Se utiliza en recubrimientos de vidrios y cerámicas, pues bloquea la radiación infrarroja y permite el paso de la luz visible. Las baterías de vanadio podrían servir para los autos eléctricos o para almacenar la electricidad producida por paneles solares. Se ha sugerido que el vanadio sea una biofirma en las investigaciones de vida extraterrestre.
Andrés Manuel Del Río pasó a la historia como el descubridor de un nuevo elemento en la Nueva España. El vanadio es para muchos, un elemento mexicano.
Existe vanadio en pequeñas cantidades en nuestra sangre. Tiene efectos anticancerígenos, antiobesidad y antifúngico. El vanadio podría sustituir a la insulina pues reduce el azúcar en la sangre. Existe vanadio en la carne bovina, huevo, pimienta, hongos y aceites vegetales. Las plantas lo utilizan para sintetizar la clorofila. La carencia de vanadio en el ser humano provoca deterioro óseo y disminución de leche materna en las mujeres lactantes.
El vanadio es uno de los pocos elementos descubiertos de forma natural en América, junto al platino en Colombia, y de minerales con platino se obtuvo: iridio, paladio, osmio y rodio.
Del Río dejó un gran legado, descubrió el seleniuro de mercurio y la aleación natural del oro y el rodio. Inventó una bomba para extraer agua de las minas y es de los fundadores del Palacio de Minería. El 23 de marzo de 1849, hace 172 años, Del Río dejó de existir. Hoy, la Sociedad Mexicana de Química otorga el premio Andrés Manuel Del Río. Las muestras de Del Río llevadas a Europa por Humboldt se exhiben en el Museo de Historia Natural de Berlín.