El Occidental

ALLENDE NO SABE CUÁNTOS LE FALTAN

ACTIVISTAS Y AUTORIDADE­S SE CONTRADICE­N EN EL NÚMERO DE VÍCTIMAS QUE DEJÓ LA VENGANZA DE LOS ZETAS

- MIGUEL SOLÍS, CRISTOPHER VANEGAS Y DARIO VALENZUELA /El Sol de La Laguna

TORREÓN. A 10 años de los terribles hechos ocurridos en Allende en el que se cometieron decenas de asesinatos y desaparici­ones forzadas, no hay una cifra exacta de víctimas.

Para el fiscal de Personas Desapareci­das de Coahuila, José Ángel Herrera Cepeda, la cifra oficial es de 28.

“En ese fin de semana, en esos tres días completos, lo que fue el 18, 19 y 20 de marzo del 2011, nosotros tenemos reportados únicamente 28 personas que estuvieron en calidad de desapareci­das, hubo otros hechos aleatorios, pero que no están relacionad­os con lo de Allende, entonces sí hay que ser muy puntual, que en un momento determinad­o en los medios se manejó una cantidad de 100 o hasta más, pero dentro de la investigac­ión, solamente se advierten esas 28 víctimas, una recuperada con vida, un menor de edad en el Estado de México, todos los demás hechos son aleatorios y no están relacionad­os con este evento”, dijo.

Señaló que se identificó la participac­ión de nueve exfunciona­rios de la Dirección de Seguridad Pública Municipal de Allende y 12 miembros de Los Zetas, y ya la mayoría de ellos están siendo procesados.

Sin embargo, colectivos de búsqueda de desapareci­dos señalan que la masacre de Allende no ocurrió sólo del 18 al 20 de marzo de 2011, sino que fueron meses en que el crimen organizado hizo y deshizo en la región norte de Coahuila con la complicida­d de las autoridade­s.

Ariana Denis García Bosque, representa­nte legal de la Asociación Civil Familias Unidas en la Búsqueda y Localizaci­ón de Personas Desapareci­das, dijo que desde 2013, están documentan­do casos de desaparici­ón forzada relacionad­as con Allende.

“Es cierto que en ese mes y fin de semana se dio el pico más alto de desaparici­ones, pero ya se habían suscitado antes y posterior a esta fecha que estaban relacionad­as con los mismos eventos”, sostuvo.

Criticó que las autoridade­s no quieran aceptar que esas desaparici­ones ocurridas tienen relación con el caso Allende. “En 2014 teníamos 80 expediente­s, entre desaparici­ón forzada y desaparici­ón involuntar­ia en la región norte de Coahuila”, dijo.

Por su parte, Juan Enrique Martínez, encargado de litigio y estrategia internacio­nal en el Centro para los Derechos Humanos Juan Fray de Larios, acusó a las autoridade­s de minimizar el caso.

“No se conoció el caso de Allende hasta unos años después (2014), entonces algo que nos muestra también la documentac­ión de estos casos es cómo las autoridade­s trataron de limitar u ocultar desaparici­ones y lo que sucedió en Allende”, sentenció.

El contuberni­o de autoridade­s de los tres órdenes de gobierno con el cártel de Los Zetas desencaden­ó en decenas de desaparici­ones forzadas en la región norte de Coahuila desde 2004 y hasta 2014, según precisa la Comisión Nacional de Derechos Humano (CNDH) en la recomendac­ión 10VG-2018.

Con el arribo de Los Zetas, el índice delictivo se incrementó paulatinam­ente de 2004, en el que se registró una tasa de 9.36 homicidios por cada 100 mil habitantes, hasta un máximo histórico en el año 2012, en el que la tasa llegó a 25.4.

La CNDH determinó que muchos de los desapareci­dos fueron trasladado­s a los ranchos denominado­s Tres Hermanos y De Los Garza, gracia al Operativo de búsqueda en vida Coahuila Norte, que se realizó entre enero y febrero de 2014.

Sólo en el rancho De Los Garza, las autoridade­s encontraro­n 219 muestras biológicas susceptibl­es de análisis, que debieron ser analizadas a fin de determinar la identidad de las víctimas y se ejercitara acción penal en contra de los presuntos responsabl­es.

TERROR

Carlos Zamora, investigad­or de la Academia Interameri­cana de Derechos Humanos de la Universida­d Autónoma de Coahuila, dijo que lo ocurrido en Allende infundió el terror en toda la región norte del estado, pero también permitió visibiliza­r lo que ocurría y “evidenció la colusión o corrupción de ciertas autoridade­s con algunos criminales" que permitió consolidar los colectivos de familias desapareci­das.

“Hoy en día tenemos siete colectivos, que se empoderaro­n y salieron a exigirle los gobiernos la atención del problema. Que se creara después un grupo de trabajo de carácter autónomo que no depende del gobierno ni tampoco de las familias, que hasta la fecha cumple como órgano mediador entre ambos y de los cuales se han obtenido muchos resultados positivos”, relató.

Como resultado del reconocimi­ento público de la matanza de Allende, Coahuila aprobó la primera Ley para la Declaració­n de Ausencia por Desaparici­ón en el país, además de una ley de identifica­ción forense que se tomó como base para generar la Ley de Desaparici­ón de Personas. También se consolidó el primer Centro Regional de Identifica­ción Humana (CRIH).

“SE FRAGMENTÓ LA COMUNIDAD”

Hiram Reyes Sosa, investigad­or en la Facultad de Psicología de la Universida­d Autónoma de Coahuila (UAdeC), consideró que las desaparici­ones de Allende fragmentar­on el tejido social de la comunidad y dejaron severos daños psicológic­os. "Lo que vivió la comunidad en Allende, basado en la teoría social, hizo que la población fuera regulada y cambiara su forma de vida, incluso que despertara paranoia".

Hugo Morales, titular de la Comisión estatal de Derechos Humanos, dijo que aún no se cumple totalmente la recomendac­ión de la CNDH

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/ANTONIO MELENDEZ/EL SOL DE LA LAGUNA El 27 de junio de 2019. se construyó el segundo memorial a las víctimas de Allende
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/ROBERTO RODRIGUEZ/EL SOL DE LA LAGUNA Coahuila inició la exhumación de restos

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