El Occidental

Muros que dividen

- Twitter: @armayacast­ro

El muro de Berlín cayó sin derramar sangre o disparar un arma de fuego. Fue un acontecimi­ento pacífico que data del 9 de noviembre de 1989. De entonces a la fecha, los habitantes de Alemania celebran la caída del muro que dividió la capital alemana en dos partes durante 28 años.

La construcci­ón del también llamado muro de la vergüenza fue a iniciativa de la desapareci­da República Democrátic­a Alemana (RDA), y llegó a ser uno de los símbolos de la Guerra Fría entre Estados Unidos y la URSS. Políticos alemanes de la talla de Angela Merkel, han rendido homenaje en más de una ocasión a los hombres que contribuye­ron a la caída del muro de Berlín.

El 13 de agosto de 1961, el bloque comunista determinó construir una pared de concreto de cuatro metros de altura y de 10 centímetro­s de espesor a lo largo de 166 kilómetros. Helmut Altrichter afirma que “entre los muros interno y externo había un muy sutil sistema de torres de vigilancia, cercas de señalizaci­ón, zanjas, barreras de alambre de púas y, finalmente, la llamada `franja de la muerte', una banda de arena rastrillad­a de hasta 15 metros de ancho, iluminada todo el tiempo para garantizar, aun de noche, buenas condicione­s de observació­n y de tiro”. El objetivo, según los que lo idearon, era “proteger a los habitantes de la RDA contra los ataques fascistas occidental­es”. El objetivo real de su construcci­ón fue este: impedir que los alemanes del este no se escaparan hacia el oeste.

El primer paso consistió en rodear la ciudad con alambre de púas y barricadas. Tres días después, comenzó a erigirse la muralla con la colocación de bloques de concreto. Las autoridade­s de la RDA apostaron guardias a lo largo de la línea divisoria con la orden de disparar a cualquier persona que intentara fugarse. Los discursos que descalific­aban las acciones de quienes dividían Alemania no detuvieron la construcci­ón del muro. Willy Brendt, a la sazón alcalde de Berlín, declaró: “el

Senado de Berlín acusa ante la comunidad mundial, las medidas ilegales e inhumanas practicada­s por aquellos que están dividiendo Alemania, oprimiendo a Berlín Oriental y amenazando a Berlín Occidental…”.

Las cosas fueron así durante poco más de 28 años, lapso en el que “80 ciudadanos de la República Democrátic­a Alemana pagaron con su vida el intento de vencer el muro de Berlín y llegar al oeste”. Al respecto, Altrichter afirma: “3,000 fueron aprehendid­os en el intento y condenados a prisión por varios meses”. Queda claro que para quienes intentaban escapar del totalitari­smo soviético había tres caminos: el de la libertad, el de la cárcel y el de la muerte.

Por fortuna, la pesadilla terminó el jueves 9 de noviembre de 1989. Ese histórico día, los berlineses unieron esfuerzos para demoler el muro y celebraron a lo grande el fin de una época marcada por la opresión y el atropello constante a los derechos humanos de los habitantes de Berlín Oriental. La comunidad internacio­nal se unió también a la fiesta de la libertad, y saludó con muestras de adhesión la reunificac­ión de Alemania.

Lo ideal sería que nunca más en la historia de la humanidad se levantaran muros para contener la libre circulació­n de las personas. Sin embargo, murallas similares siguen construyén­dose en algunas otras naciones del mundo. Tal es el caso de los siguientes muros: el levantado en la ciudad de Ostrovany (Eslovaquia), con el objetivo de aislar un campamento de gitanos, presuntame­nte dados a la rapiña; el que separa Israel del territorio palestino de Cisjordani­a, erigido con el propósito de contener el ingreso de terrorista­s a Israel; y el que construyó el gobierno de Estados Unidos en la frontera con México, cuyo

El 13 de agosto de 1961, el bloque comunista determinó construir una pared de concreto de cuatro metros de altura y de 10 centímetro­s de espesor a lo largo de 166 kilómetros. Helmut Altrichter afirma que entre los muros interno y externo había un muy sutil sistema de torres de vigilancia, cercas de señalizaci­ón, zanjas, barreras de alambre de púas.

propósito es impedir la inmigració­n ilegal procedente del sur.

En octubre de 2006, el ex presidente de la desapareci­da Unión Soviética, Mijail Gorbachov, cuyas reformas fueron determinan­tes en la caída del Muro de Berlín, comparó con esta valla el proyecto estadounid­ense de edificar una muralla de más de mil 100 kilómetros en la frontera con México.

En el pasado, el republican­o Antonio O. Garza declaró a medios de comunicaci­ón que existe una grande diferencia entre el Muro de Berlín y la valla de seguridad construida en la frontera Estados UnidosMéxi­co: “el Muro de Berlín fue construido para mantener confinado al pueblo; fue creado por un gobierno autoritari­o. En total contraste, nuestro gobierno democrátic­amente electo ha propuesto métodos para proteger a sus ciudadanos y para aplicar nuestras leyes migratoria­s”, sostuvo el ex embajador de Estados Unidos en México.

Algunos afirman que Joe Biden nunca va a terminar el muro fronterizo de Donald Trump, impuesto para frenar la entrada en Estados Unidos de migrantes que aspiran a mejores condicione­s de vida. Ojalá sea así, porque la humanidad tiene hoy necesidad de muchas cosas, menos de la construcci­ón de muros que dividen.

 ??  ??

Newspapers in Spanish

Newspapers from Mexico