¡Hipócritas!
Vivimos inmersos en una cultura de hipocresía, que le tiene miedo a las palabras. Notoria en la clase política, la que disfraza hechos con discursos cantinflescos, con los que oculta, o trata de hacerlo, la realidad. Acostumbrados como estamos, a tanta mentira, no llama la atención el que, en este Régimen se acentúe su uso.
Luis Estrada lleva la contabilidad de las que dice cotidianamente, el tlatoani y son miles. En competencia con su amiguete, Trump, parece que ya le gana en esa diarrea verbal, pletórica de "cuentos chinos" (Decía mi abuela).
Las escupe consciente de que pocos cuestionan su palabra, en ese conglomerado de seguidores, a quienes lo único que importa es ver si consiguen alguna dádiva, esperanza que sostiene el fanatismo.
En esta demencia de concentrar el Poder, sobre todo con base a Reformas Legislativas –en su mayoría inconstitucionales-, arrastra a su gabinete, al partido, a diputados y senadores que "lo representan" –sus electores se volvieron invisiblesy al resto de sus afines, por la misma senda de tomarnos el pelo.
Los últimos escándalos de militantes de alcurnia –sobresalen los sexuales-, le deben haber derramado la bilis a quien se considera la "perfección moral en dos patas". Al compadre Salgado Macedonio lo lava de toda culpa, a pesar de que sería imposible limpiarlo ni con el mejor de los detergentes. Con su conocida sonrisa "hipócrita", atribuye las acusaciones a "politiquerías electoreras", denigrando de paso a las mujeres agredidas por este sátrapa.
Al candidato zacatecano. a quien se grabó toquiteando a una "compañera" –David Monreal-, poco o nada lo mencionó y solo se refirió al diputado poblano, Saúl Huerta, acusado de pederastia, aunque quedó en pedir una sanción.
En sumisión a sus designios (Hay que ganar a como dé lugar y aprobar reformas sin mover una coma), Ignacio Mier, líder morenaco en la cámara baja, quedará impreso en la crónica congresista. Declaró que "la justicia está por encima de la Ley" y que Saúl Huerta no había delinquido, "en horas de labor legislativa". Un par de perlas que pintan de cuerpo entero al mamarracho.
La puntilla fue la postura del ministro Presidente de la Suprema Corte, Arturo Zaldívar. Una vez que se consumó la barrabasada de extenderle el mandato por dos años, salió con una respuesta deplorable.
La puntilla fue la postura del ministro Presidente de la Suprema Corte, Arturo Zaldívar. Una vez que se consumó la barrabasada de extenderle el mandato por dos años, salió con una respuesta deplorable. De entrada dice que va a permanecer en el cargo lo que resta de su mandato, pero, ¡si la Corte –en su sentencia de la demanda de inconstitucionalidad que presentarán los legisladores de oposición- se define a su favor, él se queda!
De entrada dice que va a permanecer en el cargo lo que resta de su mandato, pero, ¡si la Corte –en su sentencia de la demanda de inconstitucionalidad que presentarán los legisladores de oposiciónse define a su favor, él se queda!
Patética la hipocresía servil y hasta delictiva, de un ministro. Delictiva porque rompe con la Constitución, con dolo por su parte, al ser el garante de la Carta Magna. Convencido de que le ampliarán la estancia en el supremo tribunal, con lenguaje empalagoso se victimiza e intenta tapar su cloaca y la del que lo respalda desde las mañaneras.
Conque tres ministros lo apoyen es suficiente y AMLO cuenta cuando menos, con cuatro subordinados. Zaldívar es una vergüenza nacional y lo mismo a los ojos de jurisconsultos internacionales. Fue él quien redactó la Reforma, por lo que conocía el "transitorio".
¿El Consejo de la Judicatura? Cómplice de la fechoría. Me cuesta creerlo de Bernardo Bátiz (Persona ética y apegada a la Ley), aunque siempre haya estado a la vera de AMLO, pero ajeno a la porqueriza de Morena.
Una página negra para el Estado de Derecho y la Constitución.