Tiradero ilegal, un sustento de familias
La colonia recibe de tres a cinco toneladas diarias de desechos sin supervisión de autoridades, indicaron
Las calles sin pavimentar evidencian también la presencia de la delincuencia y el olvido por parte de las autoridades
SAN LUIS POTOSÍ. Un remolino de arena opaca la mirada de cualquiera al entrar a El Aguaje 2000, una colonia de la periferia oriente de la capital potosina, donde la marginación y la precariedad de sus residentes son notorias.
Ningún vecino de la zona se atreve a salir a solas -incluso a la luz del día-, pues sus calles sin pavimentar evidencian la presencia de la delincuencia y el olvido de las autoridades.
Al fondo, sobrepasando el perímetro que circunda la colonia y rozando los límites del fraccionamiento San Nicolás, se encuentra a cielo abierto uno de los tiraderos de escombro más frecuentado por aquellas personas que se dedican al ramo de la construcción y buscan deshacerse del material que les es inservible.
Cantera, concreto, arena, grava, aluminio, varillas de metal, plástico y hasta desechos tóxicos son esparcidos en un hoyanco de más de 200 metros de diámetro y medio kilómetro de profundidad, según el Ayuntamiento, del cual emanan gran cantidad de olores y gases que inundan la atmósfera de las pequeñas casas distribuidas a los alrededores.
Personas con camiones, camionetas, carretillas con material llegan a esta zona desde temprano para descargar basura sin supervisión alguna.
Así es como algunas familias de la zona subsisten de esta actividad, pues al ser vertidos los desechos, de inmediato bajan a buscar plástico y metal, el cual separan a conciencia, para poder venderlo después.
Este vertedero clandestino de material de construcción llega a recibir al día de tres a cinco toneladas de desechos, sin un registro o medida de protección, lo que ha ocasionado que residentes cercanos se quejen de la mala administración del sitio, que ha presentado varios incendios por la quema de basura. Aunado a ello, en más de una ocasión han localizado cadáveres y restos humanos.
VIVIR DE LAS RUINAS
En las orillas de este tiradero de escombros, gran cantidad de personas y familias arriban para pepenar el material que aún pueda serles de utilidad y comercializarlo. Habitan a la orilla del basurero en casas elaboradas de lámina, cartón y madera. Los primos Alemán, cinco hombres de entre 17 y 21 años de edad, se dedican a cuidar el tiradero y a recolectar el material que en él se deposita para sobrevivir económicamente.
Desde muy temprana hora se apresuran para comenzar a trabajar. Su rostro expone los vestigios del polvo y la piedra que ahí se desechan. Acostados sobre una cama vieja descansan al ver que el sol se asoma con intensidad en el vertedero de escombros. Cansados y con las visibles huellas de un fuerte sol que ha dañado por años su piel, se dicen agradecidos de poder trabajar en este sitio que les ha dado de comer. Dos mil pesos al mes son las ganancias netas que tienen al vender cualquier fierro o plástico que puedan sacar de este tiradero a cielo abierto. Todo es ganancia si se sabe trabajar y recolectar lo que sirva. La imagen insana de este sitio no es un obstáculo para que los Alemán se empeñen en salir adelante. “Ya nos acostumbramos a esto, a estar llenos de arena o tierra, a guarecernos de las inclemencias del tiempo en esta casita de madera y cartón, al inclemente sol y al hambre”. Los días en este vertedero transcurren entre el ruido del pesado escombro que cae cuesta abajo.