Los impuestos globales
En semanas pasadas se dio a conocer una propuesta planteada por el gobierno de Estados Unidos para establecer un impuesto mínimo global a las empresas transnacionales, el cual fue tocado por la OCDE desde 2013.
La idea resurgió cuando la Secretaria del Tesoro de Estados Unidos anunció que su país está a favor de su implementación, el cual consiste en 21 por ciento inicial, mismo que podría variar por país en función de sus ingresos y del número de usuarios de cada empresa. De llegarse a un acuerdo global, sería un gran avance para la competencia y la equidad, lo que limitaría ventajas injustas como los paraísos fiscales y otros beneficios que logran las empresas trasnacionales, perjudicando a las empresas locales y a las PYMES.
La OCDE señala que el promedio del impuesto de sociedades es del 23.27 por ciento en el mundo. Sin embargo, al no existir un impuesto mínimo, algunas naciones se aprovechan y atraen a grandes empresas ofreciéndoles tasas muy bajas. Los mejores ejemplos son Irlanda con una tasa del 12.5 por ciento y Hungría con un impuesto del 9 por ciento. Esta disparidad ocasiona que muchos negocios migren a estas regiones y no opten invertir en países como México con una tasa del 30 por ciento, Portugal 31.50 por ciento e incluso Estados Unidos con el impuesto al 25.77 por ciento; por lo que, para una competencia más sana, es necesario tomar medidas globales y coordinadas. La idea está tomando fuerza y forma, ya que naciones como Francia y Alemania, han expresado su apoyo, incluso empresas como Amazon están a favor, con la finalidad de que se mantenga y mejore la competitividad.
Esta idea, es un ejemplo poderoso de que es necesario cambiar el capitalismo y crear un sistema más justo e íntegro, pero también es una señal de que las acciones en México para fortalecer al Estado, frente al oligopolio, son prudentes y necesarias; muchas naciones coinciden en que se debe incrementar la recaudación evitando que los grandes corporativos utilicen zonas grises para incrementar su utilidad, en ocasiones a costa de los más pobres.
El tema no debe de quedar ahí, es necesario tomar medidas globales, para evitar que las empresas abusen de sus trabajadores y contaminen el medio ambiente; impedir mercados injustos de suministros y avanzar a una visión de desarrollo, donde se pueda generar riqueza, pero con conciencia, inclusión, comunidad y prosperidad compartida.
La OCDE señala que el promedio del impuesto de sociedades es del 23.27 por ciento en el mundo. Sin embargo, al no existir un impuesto mínimo, algunas naciones se aprovechan y atraen a grandes empresas ofreciéndo tasas muy bajas. Entre los mejores ejemplos está Irlanda.