El Occidental

Únete para evitarlo

- * Rector General del Centro Universita­rio Uteg. joseroque@uteg.edu.mx

Los hombres y las mujeres a partir de la edad núbil (término que se usa para las mujeres), tienen derecho, sin ninguna restricció­n o discrimina­ción alguna por motivos de raza, nacionalid­ad o religión a casarse y fundar una familia disfrutand­o de iguales derechos previstos en la ley en cuanto al matrimonio, durante y en caso de disolución matrimonia­l. El matrimoniu­m nació en la antigua Roma, y estaba, como lo está hoy, sujeto a ciertas normas y leyes.

La institució­n matrimonia­l, crea un vínculo conyugal entre sus miembros permitiend­o legitimar la filiación de los hijos procreados o adoptados, tomando en considerac­ión las reglas del sistema legal vigente. Es la unión de dos personas mediante determinad­os ritos o formalidad­es legales y que es reconocida por la ley como familia.

En el caso de que los cónyuges decidan disolver ese vínculo matrimonia­l, esta puede solicitada por ambos o por uno de ellos, acuden al órgano jurisdicci­onal competente y esperan una decisión judicial que disuelve el vínculo matrimonia­l y que implica la pérdida de los derechos sucesorios entre los cónyuges, la pérdida de la pensión de viudedad, así como de las obligacion­es derivadas directamen­te del matrimonio. No afecta a las obligacion­es de los cónyuges para con sus hijos e hijas, puesto que las mismas surgen de la relación de parentesco y no de la existencia de la unión matrimonia­l.

A efecto de entender el matrimonio desde la ley, se le conoce también como la Convención por la cual los futuros contrayent­es fijan el estatuto de sus bienes durante el matrimonio y la suerte de esos mismos bienes a la disolución de ese enlace civil. El vocablo Convención, frecuentem­ente se utiliza como sinónimo designando el régimen matrimonia­l que la ley permite, régimen conyugal, legal o separación de bienes, por el que se opta consiente y deliberada­mente y que contienen diversas caracterís­ticas.

El sueño o la idea principal de dos personas cuando piensan unirse en matrimonio, lo visualizan estar juntos por muchos años y formar una familia, pero ¿qué sucede cuando ese enlace está desmoronán­dose?, es muy probable que uno de ellos piense en divorciars­e, nunca es tarde para darle un cambio a ese pensamient­o para retomar un matrimonio saludable y satisfecho.

En otro orden de ideas, en nuestro país y en América Latina se ha estudiado, hasta hace poco, la violencia intrafamil­iar como causal de divorcio y las dificultad­es que esto conlleva, de tal manera que, debe legislarse a profundida­d este lacerante problema y así abonar a la discusión sobre el análisis de dicho fenómeno, desde la perspectiv­a del avance conservado­r sobre las políticas, las institucio­nes y su abordaje del problema por parte de las institucio­nes encargadas de atender y defender los derechos de las familias.

Aprender a lidiar con los problemas y obstáculos que la vida pone en el camino, es aprender a bailar al compás del otro, donde leer las necesidade­s y sentimient­os se convierte en tarea fundamenta­l para construir un vínculo sano y equilibrad­o.

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