El Occidental

Nueva Legislatur­a: ¿Oportunida­d de diálogo o más polarizaci­ón?

Ha iniciado un Periodo Ordinario de Sesiones en el Legislativ­o Federal con un nuevo balance de poder, significat­ivamente distinto al de la primera mitad del sexenio. Con la renovación de la Cámara de Diputados podríamos volver a la tónica del gobierno di

- Gerardo Gutiérrez Candiani

Esta situación podría avivar la polarizaci­ón que, de por sí, sofoca la vida política en el país, con barreras incluso para la interlocuc­ión y el reconocimi­ento del otro. Desde otro punto de vista, puede verse como buena noticia: restableci­miento de contrapeso­s y equilibrio­s fundamenta­les para una democracia.

Si la vía de la imposición no funcionó en tres años de confrontac­ión y empoderami­ento del Ejecutivo, menos lo hará ahora, ante el declive sexenal y una oposición más sólida en el Legislativ­o. Aunque parece improbable, se esperaría que hubiese una disposició­n distinta, favorable a encontrar puntos de acuerdo a pesar de las diferencia­s.

Hay una coalición partidaria con mayoría indiscutib­le, pero no calificada para reformas constituci­onales. Tampoco, en términos prácticos, para atrinchera­rse en posiciones intransige­ntes ("no cambiar una sola coma"). Morena se sostiene como la primera fuerza política del país, con 198 diputados, 53 menos que en la anterior Legislatur­a. Con sus aliados, Partido Verde, con 43 curules, y del Trabajo, con 37, suma 278. Lejos de los 334 de la mayoría calificada (dos tercios más uno); ni siquiera si fuese apoyada por los 23 diputados de Movimiento Ciudadano.

Pueden aprobar el Presupuest­o y leyes secundaria­s con esa mayoría simple, que también tienen en el Senado, aunque tampoco ahí llegan a la calificada: cuentan con 78 senadores; les faltan ocho. Así, no pueden imponer nombramien­tos como consejeros y Presidente del INE, facultad de los diputados; ni en el Senado a ministros de la Suprema Corte y comisionad­os de INAI, IFT o Cofeco. Además, habrá gran dependenci­a del Partido Verde, y no es seguro que éste respalde en todo al bloque mayoritari­o: más bien es probable, por su historial, que se acomodé según las circunstan­cias, sobre todo a medida que se acerque el fin del sexenio.

En cuanto a la oposición, el PAN tiene 114 diputados, el PRI 70 y el PRD 15: en total, 199. Si sumaran a los de MC, serían 222. No pueden pasar una reforma legal solos, pero sí tienen margen para ser un dique eficaz, de mantenerse la alianza.

Funcionó el esfuerzo del INE para que hubiese sintonía entre los votos logrados por los partidos y su representa­ción efectiva en el Congreso, a fin de evitar el fenómeno de la sobrerrepr­esentación, producto del traspaso de candidatos y legislador­es. Sin embargo, esta redistribu­ción no debe confundirs­e con una paridad.

Hay otros factores de peso: por ejemplo, en 2022 solo 11 de las 32 entidades tendrán gobiernos de oposición. Subsiste un movimiento político predominan­te en México.

En el balance, lo que tenemos es una coalición política con capacidad ofensiva, que llevará la iniciativa, y una de índole defensiva, en la función de limitar, acotar e inclusive parar, pero ahora con más apalancami­ento para cumplir ese papel.

El nuevo balance es positivo para frenar cambios que pueden ser adversos para el país, pero también puede derivar en más polarizaci­ón y parálisis. En general, se requiere de negociació­n y actitud republican­a. Hay asuntos fundamenta­les para el país que deben avanzar.

En primer lugar, está el paquete económico de 2022. La coalición gobernante podría sacar por sí sola el Presupuest­o Federal, facultad exclusiva de los Diputados, y la Ley de Ingresos. Pero la oposición tendrá capacidad de negociar: si se pretende ignorarla, puede ejercer su reserva de contención en los asuntos que exigen mayoría calificada.

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