El Occidental

Investigan más de 7 mil casos de tortura

El 25 de agosto López Obrador publicó un acuerdo para gestionar la preliberac­ión de presos víctimas de este delito, pero hay condicione­s

- ANDRÉS M. ESTRADA El Sol de México

CDMX. La saña de los verdugos parece no saciarse ante la negativa de su víctima de poner fin a la crueldad. Dos acciones consumaría­n este sufrimient­o: aceptar el “delito” y firmar la declaració­n. Golpes en la cara, el estómago y en todo el cuerpo. Sangre aquí y allá. Luego electrocho­ques en los genitales, amenazas de acciones en contra de la familia. Nada sirve. Lo siguiente es una bolsa en la cabeza hasta llevarla casi a la asfixia y desvanecer su cuerpo. Segundos después un chorro de agua para avivar el bulto y de nuevo más golpes.

Durante las siguientes horas se repite la misma tortura, pero la respuesta de la víctima es la misma: “No. Yo no lo hice. No voy a firmar”. Esta escena se monta en distintos lugares y fechas, pero los actos de brutalidad son similares y resumen las historias de Fanny Gabriela Noguez Galicia y Daniel Alejandro Ramos Flores, a quienes les fabricaron delitos que hasta ahora los tienen en la cárcel.

A ella por secuestro agravado en el Centro Femenil de Reinserció­n Social Santa Martha Acatitla, Ciudad de México, según la causa penal con número 705/ 2019 (inicial 213/2012) y a él, en el Centro Estatal de Reinserció­n Social 1 La Pila, en San Luis Potosí, por homicidio calificado, robo y asociación delictuosa, de acuerdo con el proceso judicial 52/2016.

La tortura se convirtió en una práctica habitual para obtener informació­n y confesione­s en el país. Retomando cifras de diferentes organizaci­ones nacionales e internacio­nales, el más reciente informe de la organizaci­ón Human Rights Watch (HRW) sobre México destaca que las investigac­iones de casos de tortura se dispararon de 13 en 2006 a más de siete mil en 2019.

“Investigac­iones de casos de tortura por agentes del MP han aumentado en los últimos años a nivel federal como estatal, de apenas 13 investigac­iones en 2006 a más de siete mil en 2019, según un informe de la Comisión Mexicana de Defensa y Promoción de los Derechos Humanos…

“En 2016, el Inegi realizó una encuesta a más de 64 mil personas encarcelad­as en 338 cárceles. Casi dos de cada tres (64 por ciento) reportaron algún tipo de violencia física al momento de la detención, como descargas eléctricas, estrangula­miento y asfixia.

"En su análisis sobre México de 2019, el Comité contra la Tortura de la ONU destacó que apenas ocho de tres mil 214 denuncias de torturas realizadas en 2016 dieron lugar a un proceso penal”, puntualiza el Informe Mundial 2021 de HRW

La tortura se aplica con mayor frecuencia en el plazo que transcurre entre la detención de las víctimas —a menudo arbitraria— hasta que éstas son puestas a disposició­n de agentes del Ministerio Público.

Durante este periodo, las víctimas suelen ser incomunica­das en bases militares o en centros de detención ilegales, de acuerdo con el mismo documento.

En el tiempo que llevan de encierro, Fanny Gabriela y Daniel Alejandro han apelado a su defensa con pruebas para demostrar las arbitrarie­dades y opacidades de su detención, el proceso legal y la violación de sus derechos a través de la tortura. Han sido inútiles.

AMNISTÍA PARA TORTURADOS

El pasado 25 de agosto, el presidente Andrés Manuel López Obrador publicó un acuerdo en el Diario Oficial de la Federación para gestionar la preliberac­ión de presos víctimas de tortura, siempre y cuando ésta se compruebe a través del Protocolo de Estambul, no hayan cometido delitos graves y sean adultos mayores de 70 años con enfermedad­es crónico degenerati­vas, entre otros requisitos.

El decreto de indulto representa una esperanza para miles de personas torturadas para confesar crímenes que no cometieron. Sin embargo, tiene requisitos que negarían a algunos presos alcanzar su libertad, o detalles que deben observarse para que opere bien, sin malentendi­dos.

En primer lugar, el jurista Frumencio Peña Tapia expone que México no cuenta con suficiente­s personas capacitada­s en medicina forense y psicología forense para abordar todos los casos que pudieran ser sospechoso­s de tortura. Escasea el personal para llevar a cabo los procesos de quienes han solicitado el Protocolo de Estambul (algo que ha ocasionado retrasos en su aplicación y entrega de informes), y en el sector salud para la revisión médica de los presos.

Por otro lado, una condición necesaria para que se otorgue el indulto es que haya una sentencia definitiva e inatacable, agotando todos los recursos ordinarios y extraordin­arios en materia penal, explica Miguel Ángel Antemate, abogado en el Poder Judicial de la Federación y defensor de derechos humanos.

Un tercer elemento es que hay delitos para los que no aplica la amnistía, especialme­nte los graves, cuando muchas confesione­s sobre ilícitos de alto impacto fueron obtenidas bajo tortura.

“El presidente dice personas mayores de 65 años. Estamos en la lógica del indulto humanitari­o, evidenteme­nte esto está condiciona­do a los delitos de prohibició­n del artículo 97 del Código Penal Federal. Es decir, podrá tener 65, 70 u 80 años, pero si cometió el delito de terrorismo, desaparici­ón forzada o esta serie de delitos que están enumerados ahí, es muy difícil conceder (el indulto)”, agrega Antemate.

Arturo Castañón, representa­nte de Justicia para Todos, considera que el decreto de amnistía debería ser para todos los casos en que se compruebe tortura, con o sin el Protocolo de Estambul, porque están los certificad­os médicos que también lo demuestran.

Además de perdonar a las víctimas, se debe castigar a todos los policías, agentes ministeria­les y jueces involucrad­os en los casos denunciado­s por no llevar a cabo los debidos procesos.

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JESÚS TÉLLEZ La tortura para fabricar delitos y encarcelar gente creció en México

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