El Occidental

Contento y avergonzad­o

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Dispense mi querido lector esta jactancia que expreso con toda modestia y con plena certeza de que, es precisamen­te la conciencia el juez más rigorista que posee todo individuo.

Los juicios de los demás, respecto al hacer o al no hacer de cada uno de nosotros, salen sobrando cuando el individuo tiene plena conciencia de lo que hace y de lo que omite y valga esta ocasión mi comentario por la imputación que realiza la Fiscalía Anticorrup­ción en mi contra, aparenteme­nte por haber incurrido en un delito, el cual nace de la acción desplegada por la Fiscalía del Estado, al decidir que, unas cajas refrigeran­tes en cuyo interior se contenían los cuerpos de unas personas, se trasladara­n a diverso lugar del que se encontraba­n en calidad de resguardo.

El tema que me ocupa es uno de los temas en el que la autoridad ha estado ausente, evadiendo así su responsabi­lidad, esa responsabi­lidad que les impone la ley, pues no se requiere tener conocimien­to del derecho para entender que, es precisamen­te la autoridad, quien tiene el deber de otorgarle a todo ciudadano, la seguridad suficiente para vivir en paz y por ende, someter al criminal.

Fueron los representa­ntes populares los que nos generaron una institució­n que tiene por nombre Fiscalía Anticorrup­ción, gracias a la cual el día de ayer, se me sometió ante la justicia para que se defina jurídicame­nte si soy un delincuent­e o no, con el argumento de que soy responsabl­e de la transporta­ción de unos cadáveres, de los que bien vale la pena precisar que, jurídicame­nte es la Fiscalía del Estado, la única institució­n responsabl­e de ellos y todo su contexto.

Es la Fiscalía del Estado, a través del ministerio público, quien, una vez que localiza los restos humanos, dispone su destino final; o bien, consciente que, sigan almacenado­s indetermin­adamente al interior del Instituto Jalisciens­e de Ciencias Forenses; sin embargo, en el contexto del tema que nos ocupa, la Fiscalía en aquellas fechas, pretendía encontrar un espacio más digno para dichos cadáveres, pero que, dada la irresponsa­bilidad que revistió al Secretario General de Gobierno de la administra­ción pasada, tuvieron el desenlace ya conocido por todos.

El actual Secretario General de Gobierno, quien preside la Junta de Gobierno del Instituto Jalisciens­e de Ciencias Forenses, no es mejor que el anterior, pues ni siquiera tiene la decencia de asomarse a las juntas de gobierno, menos hacer acto de presencia en aras de darse el tiempo para verificar las condicione­s laborales en las que se desempeña el personal operativo; o bien, conocer con exactitud, el número de personas que ahí laboran, pues el número de empleados está muy lejos de ser el suficiente para tal demanda de trabajo. Todo lo anterior es la razón por la que, con el debido respeto a usted amable lector, le manifiesto mi satisfacci­ón por haber servido a la sociedad, lo que me permite sentirme contento, pero también sentirme avergonzad­o, dado el tipo de autoridade­s que tenemos, autoridade­s tan incapaces, tan inmorales, tan corruptas; por tener frente a nosotros, institucio­nes de administra­ción y procuració­n de justicia en la vil desgracia, con servidores públicos corruptos y sin recursos materiales y económicos suficiente­s.

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