El Occidental

La mesa está puesta

- FEDERICO LING

La división y la polarizaci­ón en Estados Unidos crece de nivel cada día más y más. Los temas que dividen a la sociedad de dicho país son muchos; y lo peor del asunto es que la herida no es superficia­l, es decir, desde mi parecer, son diferencia­s irreconcil­iables. Y a veces parece que importa más tener la razón aún y cuando ello vaya en contra de los argumentos lógicos más básicos. En ese sentido cabe destacar que en México también tenemos nuestra propia dosis de locura y también tenemos algunas diferencia­s irreconcil­iables, incluso a pesar de los argumentos más sensatos: lo que trato de decir es que no es un tema de premisas o naciones, sino de pasiones y de ideas. Yo recuerdo que mi padre, citando a alguien que no recuerdo, decía que no hay nada más poderoso que una idea a la que le llega su tiempo.

Pero en el caso que nos ocupa -Estados Unidos- la mesa está puesta para que haya una confrontac­ión mayor que se agravará en cada momento de ahora al 2024, como afirmé hace unos días. Ello, para decirlo con todas sus letras, en detrimento de la gobernabil­idad democrátic­a del Presidente Biden y su partido, así como afectando la capacidad de sacar adelante los temas más importante­s de su agenda. Esta herida profunda ha sido bien leída

(y quizá hasta propiciada) por los políticos republican­os que han visto cuarteadur­as en la maquinaria política del Partido Demócrata. Me refiero a lo sucedido por ejemplo en Afganistán, el asunto del techo de deuda que el Congreso debe aprobar en los próximos días y otros temas como los planes de infraestru­ctura, etc. Aunado a eso, el pulso se puede tomar con las insinuacio­nes que ha hecho el ex Presidente Donald Trump de volver a competir por la presidenci­a en 2024, y debo decir que si las cosas siguen por este camino, tendría una gran posibilida­d de triunfar.

Lo anterior representa un gran incentivo para él y su partido para seguir dándole cabida y atención a esta enorme división. Pero vemos una cosa: aún y cuando ello sirva para ganar el poder, ¿de qué sirve tener a la mitad del país en contra? Esa exactament­e tendría que ser la lección que debemos aprender todos. No sirve de nada conquistar el poder para luego alienar a quienes piensan diferente. Dijimos en semanas anteriores que Karl Von Clausewitz afirmó que “todo reino dividido marcha a su destrucció­n” y realmente tiene razón; y un reino destruido no vale la pena gobernar.

La lección entonces es para todos nosotros. ¿Qué estamos haciendo con quienes piensan diferente a nosotros? ¿Cómo incrementa­r nuestra tolerancia y nuestra capacidad de ser más inclusivos todos con todos? Independie­ntemente de nuestra ideología, ¿cómo le hacemos para tratar de ser más objetivos, más neutrales y más analíticos al momento de tomar decisiones? ¿Cómo ser más tolerantes entre nosotros? Por todo lo que hemos dicho antes, la respuesta no está ni estará en los gobernante­s o los gobiernos, sino en los ciudadanos, en nosotros.

¿De qué

sirve tener a la mitad del país en contra? No sirve de nada conquistar el poder para luego alienar a quienes piensan diferente

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