El Occidental

Nada qué celebrar

El 12 de octubre de 1492 tuvo lugar lo que algunos llaman el descubrimi­ento de América por parte de Cristóbal Colón, en ese tiempo al servicio de los reyes católicos, Isabel y Fernando de Castilla y Aragón. A lo largo de su vida Colón creyó haber llegado

- Twitter: @armayacast­ro

El arribo de Colón ocurrió en la pequeña isla Guanahani, habitada por aborígenes taínos, y a la que el navegante genovés bautizó con el nombre de San Salvador. Respecto a ésta y a las demás islas que encontró, esto dijo Colón mediante carta a la reina Isabel:

“A la primera que yo hallé puse nombre San Salvador [isla Watling], a conmemorac­ión de su Alta Majestad, el cual maravillos­amente todo esto ha dado; los indios la llaman Guanahaní; a la segunda puse nombre la isla de Santa María de Concepción [Cayo Rum]; a la tercera Fernandina [Isla Long]; a la cuarta La Isabela [Isla Crooked]; a la quinta la isla Juana [Cuba], y así a cada una nombre nuevo”.

Tras este acontecimi­ento, Don Manuel, rey de Portugal, apoyándose en el tratado y en la bula papal Aeterni Regis (1481), demandó para sí las tierras recién descubiert­as. Sin embargo, como el mérito del descubrimi­ento y la inversión económica habían corrido por cuenta de España, los monarcas españoles elevaron su protesta contra el monopolio portugués, sin darle importanci­a a la existencia de un pacto confirmado por el papa.

El desafío de España a la potestad papal y la no sujeción a la bula antes mencionada se debió a que la mal llamada madre patria sintió afectados sus intereses. Portugal exigía respeto a la bula del papa Sixto IV, y no estaba dispuesto a ceder con tanta facilidad lo que este país considerab­a suyo. La guerra entre estas dos naciones ibéricas estuvo a punto de estallar.

Fue entonces cuando los soberanos de ambas naciones optaron por llevar la controvers­ia ante el papa Alejandro VI, quien como árbitro de la contienda echó por tierra el anterior tratado y desbarató lo

Lo ocurrido en aquel tiempo no fue labor de evangeliza­ción; fue una cruzada parecida a las medievales, tal como señala el poeta Octavio Paz en su obra Sor Juana Inés de la Cruz o Las trampas de la fe.

que su “infalible” antecesor había decretado. Rodrigo Borgia, por razones lógicas, falló en favor de su país natal, suscribien­do el 3 y 4 de mayo de 1493, tres documentos conocidos como las “Donaciones Apostólica­s”, confiriend­o a España los campos de América como desempeño de una supuesta empresa de evangeliza­ción. Alejandro VI solucionó el problema donando un territorio que nunca le perteneció a él ni a la Iglesia romana.

Apoyados en las donaciones de Rodrigo Borgia, empezó la invasión y saqueo de este continente, el exterminio de la cultura de los pueblos originario­s, la eliminació­n violenta de sus deidades, de sus creencias y formas de vida.

Al final de la segunda década del siglo XVI le tocó el turno al territorio habitado por los aztecas, cuya historia se remonta a 1325, que es el año en que tuvo lugar la fundación de la ciudad MéxicoTeno­chtitlan.

Por la forma arbitraria en que se dio este sometimien­to a partir de la llegada de Colón a nuestra querida América, diversas voces afirman que no hay nada que celebrar en el llamado Día de la Raza o encuentro de dos mundos.

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