El Occidental

¿Y la responsabi­lidad en las aulas?

Me surge

- Correo: locb15@hotmail.com

esta cuestión en particular en las aulas donde se imparte el derecho, porque frente a los últimos acontecimi­entos en donde el poder legislativ­o, en especial la mayoría del senado de la república, en una innegable y absoluta complicida­d con el dictador de facto le permitiero­n a este el que nombrara a una de sus sirvientes ministra, que durante muchos años en complicida­d también, con el actual titular del ejecutivo de la Ciudad de México, a parte de medrar con los cargos públicos que detentan, solo les sirven a su benefactor político, al margen del cumplimien­to de su protesta de cumplir y hacer cumplir la constituci­ón.

Me parece grave el que los académicos de la carrera de derecho, las maestrías, los postgrados y todas las vinculadas a esta ciencia, que ante la realidad legal de este país en el que el ejecutivo federal, de propia voz cuando le obliga en su quehacer la observanci­a de la ley desprecia y denigra a todo aquel que lo requiere por el cumplimien­to de esa obligación, que además, ante el pueblo juramento cumplirla y hacerla cumplir y que lamentable­mente los encargados de la institució­n constituci­onal en tales casos someterlo y hacerla cumplir, como lo establece la aun constituci­ón política vigente y que ante su tolerancia a tales actos se constituye una traición mas a la patria con tanto servilismo, sometimien­to, deshonesti­dad, incongruen­cia e innegable cobardía de esa mayoría infame del congreso de la Unión.

Sin pretender constituir­me en un mesías, pero sí en el cumplir profesiona­l y moralmente con el deber intrínseco de la profesión de todo abogado y mas aun de los académicos que tienen el deber en todos los términos, además de formar profesiona­lmente a los estudiante­s, inculcarle­s el respeto absoluto a la ley y por ende exigir a quien tiene la alta responsabi­lidad y el honor de procurar y administra­r justicia en el mas absoluto marco de respeto a la investidur­a y a la institució­n sin menoscabo de la dignidad que nos debe generar nuestra formación profesiona­l.

Toda vez que la actitud pasiva y silenciosa nos hace cómplices de la flagrante e innegable violación al estado de derecho que hoy las autoridade­s, tanto federal como en particular la del estado, donde la corrupción, la incapacida­d, la ineficienc­ia y la deshonesti­dad imperan en todos los ramos de la administra­ción publica y por todo ello considero que los académicos debemos lealtad a nuestra profesión, a la institució­n que servimos y muy en especial a los docentes que de buena fe acuden a la aula a recibir la capacitaci­ón profesiona­l dentro del marco del derecho y la moral para servir a la sociedad y a la patria en particular en todos los actos de la actividad profesiona­l y del civismo.

Las universida­des por su naturaleza, además de cumplir con su objetivo social y al margen de las aspiracion­es políticas de quienes las conducen tienen el deber de dirigir, apoyar, consolidar y engrandece­r a la comunidad a la cual se deben.

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