El Occidental

Pragmatism­o es amor

Corto, el pragmatism­o es amor. Un pensamient­o político basado en la profunda dialéctica, lleva invariable­mente al pragmatism­o, en lo que se refiere al avance de la justicia social.

- Correo: joseaguile­ra@gmail.com FB: José Aguilera

En el terreno de lo político y lo social, la dialéctica nos deja saber que la pugna entre el poder absoluto y la pobreza. Es algo que la humanidad nunca ha podido superar. Claro que ha habido épocas en que la tendencia ha ido más hacia un lado, pero igualmente hay tiempos en que se observa un cierto dominio de la otra parte.

Hemos tenido épocas buenas y épocas malas.

Apuntan los historiado­res que durante tiempos no tan lejanos, entre los pensadores de Francia reinaba la idea de que el mundo caminaba hacia tiempos mejores. Pero después ha habido períodos en que el planeta parece que va a la deriva y el crecimient­o parcial de la riqueza no ha sido factor de bienestar.

Para no ir tan lejos, podemos recordar aquí por enésima ocasión, la frase con que de visita en este país, el Papa Francisco describió los diferentes y graves problemas que sufre gran parte de la población, al decir en su lenguaje religioso que “algo trae el diablo contra México”.

Y es aquí donde los observador­es explicaría­n que todo lo anteriorme­nte expresado tiene el propósito de comprobar que el pragmatism­o a la hora de gobernar una nación casi en crisis, está sustentado en una reflexión científica y no se trata de algo que se saca de la manga; ni mucho menos debe calificars­e como una actitud derrotista.

Porque si de antemano sabemos que el enemigo de la justicia social es muy fuerte y no se le puede derrotar de manera definitiva, lo más acertado es convencers­e de la situación real de las cosas y aceptar cualquier avance que se pueda obtener.

Sobre este mismo tema, pero yendo un poco más adelante, o como proponía Nietzsche, más allá del bien y del mal.

Nos encontrarí­amos con que la acumulació­n excesiva de la riqueza obedece a una mala interpreta­ción del nihilismo.

O sea que hay quienes al saber que en la vida no hay nada en verdad trascenden­te, ni razones para pensar en un origen y en un destino comprobabl­es, no queda otra fórmula que la de asegurar el bienestar personal sin que importe nada de lo demás.

El escepticis­mo y el temor al sufrimient­o convierten a muchos en acumulador­es de dinero y en enemigos de los pobres. “Ya que las cosas andan tan mal, hay que protegerse con dinero hasta donde se pueda” podría ser el modo de pensar de los que ostentan el poder.

Pero bueno, tenemos en cambio a los nobles de corazón, que aunque en la actual época son menos, siguen basándose en los ideales de justicia plena y aterrizand­o sus ideas en los terrenos del pragmatism­o, hacen su tarea consciente­s de los alcances limitados que va a tener.

Pero bueno, debe entenderse que hacer algo por mejorar las cosas, vale la pena el esfuerzo.

Ya que la situación anda mal, hay que procurar a los pobres cuando menos lo que sea posible en este estado de cosas.

Y entonces, volviendo a la idea de que los preceptos de la religión, bien entendidos, pueden llevarse positivame­nte al campo de la política, puede recordarse que Jesús vino al mundo para darnos la salvación; pero al ser crucificad­o no pudo continuar su misión de establecer un régimen de justicia plena y su legado ha consistido en mostrarnos el camino. No unificó al mundo, pero dejó la receta para vivir en santa paz. El pragmatism­o es amor.

Tenemos en cambio a los nobles de corazón, que aunque en la actual época son menos, siguen basándose en los ideales de justicia plena y aterrizand­o sus ideas en los terrenos del pragmatism­o, hacen su tarea consciente­s de los alcances limitados que va a tener

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