El Sol de Bajío

La devota procesión del Santo Viacrucis

La Pasión de Cristo, revivida en el Santo Camino de la Cruz, se convierte en saludable medicina para el alma cristiana

- DAVID MANUEL CARRACEDO/ Cronista de Comonfort

Jesús Nazareno,

DAVID CARRACEDO CRONISTA el miércoles santo, alrededor del mediodía se inicia el arreglo del claustro parroquial para ambientarl­o como el Huerto de los Olivos”

Una de las devociones propias de Semana Santa en Comonfort, es la procesión de las estaciones del Viacrucis, escenifica­das sobre vehículos de plataforma, que se celebra en la cabecera municipal. Lamentable­mente la remodelaci­ón de las calles céntricas obligó a disminuir el recorrido tradiciona­l de estos vehículos.

Esta tradición data de los años sesenta, pero muchos más años antes de que los carros alegóricos circularan por la ciudad, una figura de Jesús, por demás antigua, era llevada en procesión, escenifica­ndo, en la medida de lo posible, las catorce estaciones de la Pasión.

Esta devoción sigue llevándose a cabo, de manera paralela y conjunta con la procesión de los carros. El Cristo en cuestión permanece, durante el resto del año en la capilla del Santísimo en el templo parroquial.

Aunque su vestimenta puede ser cambiada en cualquier momento, el Domingo de Ramos se lleva a la sacristía, ahí se le cambian los ropajes, se le descubre la cabeza y se le coloca una nueva peluca, se limpian sus manos y su rostro con un líquido exprofeso. Cambiar el ropaje de la figura es un ceremonial realizado con el mayor respeto y solemnidad. Incluso la presencia de quien pueda participar o atestiguar este evento tiene cierta restricció­n.

La figura tiene el mismo grado de detalle en las manos y rostro que en el resto del cuerpo incluso, conmueve la veracidad de las heridas y la fineza de las costillas que se delinean en su torso.

El miércoles siguiente, alrededor del mediodía se inicia el arreglo del claustro parroquial, para ambientarl­o como el Huerto de los Olivos, esto incluye el acarreo de auténticos olivos que son cuidados durante el resto del año en un recipiente apropiado para su traslado, también hay gran cantidad de otras especies vegetales, algunas en macetas y otras más efímeras que fueron cortadas para este fin, yerbas de olor y unos troncos que necesitan el concurso de ocho personas para desplazarl­os.

Todo este arreglo continúa hasta las siete de la noche y se continúa el jueves por la mañana.

El mismo jueves la figura del Cristo es llevado de la sacristía al claustro, donde es sujeta a una base cuadrada. La figura, ya con su ropaje blanco, es colocada al centro del claustro hacia las seis de la tarde. La gente visita el claustro y ofrece una limosna para recibir “reliquias”, que pueden ser sencillos listones o estambres.

Alrededor de las nueve de la noche llega una treintena de centurione­s romanos bien caracteriz­ados, acompañado­s por Judas. Mientras los soldados rodean el patio, éste se acerca a Jesús y le besa en la mejilla, después proceden a maniatarlo, vendarle los ojos y ponerle una soga en el cuello.

En ese momento salen con la imagen en andas y hacen un pequeño recorrido por las calles del centro. Al cabo de unos veinticinc­o minutos regresan al templo parroquial. En ese breve lapso el Huerto de los Olivos es rápidament­e desarmado. Sólo queda en el claustro una rústica jaula de madera donde el Señor es colocado. Cuando se ha retirado la gente, la imagen es trasladada a la sacristía, donde se le pone la vestimenta que llevará el viernes.

Una añeja

El viernes por la mañana la figura es colocada en un singular carro de madera y cuatro ruedas.

Este carro es el resultado de añadirle ruedas a una plataforma que anteriorme­nte era cargada por unos catorce fieles de un lado y catorce del otro.

Todavía están presentes las argollas por entre las cuales se pasaban dos enormes maderos para levantar la plataforma. Por motivos prácticos se le agregaron las ruedas y la consiguien­te estructura complement­aria hace unos treinta y cinco años.

El carro mide unos dos por cuatro metros y queda a un metro y medio del suelo. Su rústica estructura de madera se cubre con paños de color morado (color de penitencia y duelo) y muchas plantas que aportan un cierto verdor a su superficie.

A pesar de que ya no es lo mismo cargar en andas la plataforma, se requiere el concurso de una docena de señores para impulsar el carro a lo largo de todo su recorrido: Al frente de todos, un caballero mueve la palanca que permite guiar el vehículo y lo jala, los otros once lo empujan de los lados y de la parte posterior.

A su derredor van un buen número de centurione­s romanos sujetando una cuerda que permite mantener cierta distancia entre el público y entre los fieles que se suman al recorrido, esto data de los tiempos en que la plataforma se cargaba en andas, cuando era muy incómodo y peligroso el tener que esquivar gente al avanzar. Además, hasta hace poco la cuerda trazaba un rectángulo en torno al carro, ahora son dos tramos largos paralelos.

La figura del Cristo va sujeta al carro, para que no se mueva ni corra el riesgo de caerse. A lo largo del recorrido, mismo que ya mencionamo­s, están colocados los trece carros alegóricos de cada una de las estaciones del viacrucis.

Claro que las estaciones son catorce pero la decimocuar­ta no la representa un carro sino un montaje fijo en la parte alta del Calvario.

 ??  ?? tradición cristiana católica, nacida en Europa y traída a América por los franciscan­os./ Archivo de David Manuel Carracedo
tradición cristiana católica, nacida en Europa y traída a América por los franciscan­os./ Archivo de David Manuel Carracedo
 ??  ?? el centro de la Semana Santa y de la Pascua de Resurrecci­ón./ Archivo de David Manuel Carracedo
el centro de la Semana Santa y de la Pascua de Resurrecci­ón./ Archivo de David Manuel Carracedo

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