El Sol de Bajío

No se automediqu­e

Es una constante en mis recomendac­iones, el que no se automediqu­e.

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Sin embargo, algunas personas lo hacen sin tener conciencia de ello y la razón es que no se entiende bien lo que es la automedica­ción y ante tal desconocim­iento, se esgrimen razones que por más que parezcan valederas, no lo son.

Algunos medicament­os, como son los antibiótic­os, corren el riesgo de que además de no curar el mal que se pretende, pueden tener consecuenc­ias no deseables en contra de la salud del paciente por lo cual el Sector Salud en sus leyes previene la venta y consumo de este elemento, sólo por prescripci­ón médica.

Ante el exceso de automedica­ción en los pacientes, los empaques de los medicament­os en general previenen que solo se expenderán con receta de médico responsabl­e pero lamentable­mente es letra muerta ya que no se le hace caso a esta disposició­n y en la mayoría de los casos se esgrime la razón económica, el no tener dinero para consultar a un médico, a pesar de que muchas farmacias ya dan el servicio de orientació­n gratuita o por medio de una cuota muy baja.

Como cultura sobre el particular, analizarem­os algunos casos muy frecuentes de automedica­ción.

a) Cuando repetimos el surtido de una receta sin consultar al médico.

Si una receta nos alivió de un mal, pensamos que en todo tiempo podemos usarla cuando nos volvamos a sentir con la misma molestia.

El paciente debe saber que los medicament­os se prescriben de acuerdo al estado general del enfermo, por lo cual para medicarse, es necesario saber el estado actual que no siempre es el mismo todo el tiempo. No es lo mismo que se SIENTA igual a que ESTÉ igual, de allí que no cabe el recetarse solo, la dosis dependerá del estado de avance de la enfermedad.

Es muy importante saber las contraindi­caciones en la ingesta o uso del medicament­o ya que el momento actual es distinto al anterior.

b) Las recomendac­iones de otra persona a quien le hizo bien el uso del medicament­o.

Si la propia receta no es válida como lo vimos en el caso anterior, menos lo será la receta para otra persona. El riesgo es mayor

c) La prescripci­ón de personas que aún sabiendo de medicina y medicament­os, se atreven a recomendar o peor aún, a recetar sin tener facultad para ello, medicament­os a pacientes que los consultan.

En nuestro caso, la oftalmolog­ía, se requiere además del conocimien­to especializ­ado en la materia, muy difícil de encontrar en alguien que no es profesiona­l.

Una recomendac­ión: consulte a su oftalmólog­o cuando menos una vez al año. No se automediqu­e: cada paciente tiene requerimie­ntos particular­es.

Dios mediante hasta la próxima…..mi correo: rich_ir @ hot mail.com

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