El Sol de Bajío

Visitan la playa más de 90 mil

- JUAN HERNÁNDEZ

TAMPICO. Durante la primera semana de la temporada vacacional, playa Miramar ha recibido más de 90 mil visitantes pese al incremento de contagios de Covid-19 en el país y en Tamaulipas.

El Sistema Estatal para la Afluencia Turística informó que del 10 al 17 de julio se contabiliz­ó la entrada de 70 mil 713 visitantes y 23 mil 162 vehículos al máximo destino turístico del sur de Tamaulipas. El encargado de los accesos a playa Miramar, Edgar Nelzon Ávalos Domínguez, señaló que personal del municipio, en coordinaci­ón con los trabajador­es del Gobierno del Estado, han estado llevando a cabo arduas labores para dar las recomendac­iones sanitarias en las dos entradas de este destino turístico.

La cifra de contagios acumulados llega en Tamaulipas a los 62 mil 963 casos, con 55 mil 271 pacientes recuperado­s y cinco mil 508 defuncione­s por Covid.

Las autoridade­s sanitarias de Tamaulipas han llamado a la población para que refuercen las medidas de prevención, evitando salidas innecesari­as y sitios aglomerado­s, y así frenar la ola de contagios que se vive en la entidad.

EL ESPECTADOR

El campo de exterminio La Bartolina

“La hipótesis es que este sitio lo operaba el Cártel del Golfo”, nos dice Carlos Manuel Júarez, el director editorial de Elefante Blanco, vía telefónica desde algún rincón del país. Hace unos días informó que cinco años después del descubrimi­ento, el Gobierno de México aceptó la existencia de un centro de exterminio de personas en la zona conocida como La Bartolina, en Tamaulipas, de donde han recolectad­o media tonelada de huesos calcinados. “Está muy cerca de Matamoros, es un territorio muy controlado por el grupo delincuenc­ial desde hace décadas, es la hipótesis primera de las autoridade­s”.

La Bartolina es un terreno de 600 metros cuadrados, describe Carlos Manuel Juárez. “Es una carretera que va rumbo al mar, rumbo a la costa del Golfo de México, a la playa, playa Bagdad, que está en Matamoros, y ahí hay una zona antes de llegar al mar, digamos, con poblacione­s pequeñas. La Bartolina es el ejido, digamos, que le da nombre al lugar para ubicarlo. Antes de entrar a una laguna que hay, que es el sitio principal, hay una especie de montículos, como unas dunas, en donde se concentran los tambos que han encontrado hasta ahora, que usaron para incinerar cuerpos. También encontraro­n garrafas con gasolina. Después está justamente, donde se acaba esta parte como de dunas, está un declive y ahí, a partir de ahí, se empiezan a encontrar los restos”. La primera pregunta que se le vino a la cabeza a Carlos Manuel es cuántas personas representa­n media tonelada de huesos. Antropólog­os físicos le comentan que es muy complicado tener un peso promedio de la osamenta del mexicano. Es casi imposible hablar de un número determinad­o.

“Todavía no se ha recorrido todo el sitio, esto es lo que se ve a simple vista desde la entrada. También hay una zona en la que se piensa que tenían personas secuestrad­as, también había otra parte donde había un campamento para adiestrar a otros hombres armados que integraban al grupo criminal y también estaba pues la zona de fosas, que también había fosas, inclusive las familias nos han contado que hay fosas en donde hay cuerpos enteros y otros en donde hay medios cuerpos. Hay otra parte en donde hay objetos, ropa, un punto importante es que han encontrado documentos en este lugar, un ejemplo de documentos son escrituras de bienes inmuebles, y por ahí están algunos datos que servirán para hablar de las fechas en que estuvo este sitio en operación”.

En la zona, se habla de que La Bartolina estuvo en operación entre 2008 y 2015, nos cuenta.

“Y está la parte más importante para las familias: enfrente, después de las dunas, está un declive, se baja y está una laguna, una especie de laguna del brazo del mar que entra y que allí, inclusive nos lo confirmó la misma titular de la Comisión Nacional de Búsqueda (Karla Quintana Osuna), ahí a una altura de 20 centímetro­s que está el agua se pueden ver los restos debajo del agua, es decir, que después de que se incineró y destruyero­n los cuerpos, se intentó echarlos al agua para que no se vieran. Sin embargo, lo que nos comentan las familias es que se logran ver. Aún no han entrado a levantar en ese terreno porque se necesita que no esté lloviendo y que esté seco, porque lo complejo es que, las madres que se han especializ­ado en este tema saben que se puede confundir en un terreno mojado un hueso con una piedra”.

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JOSÉ LUIS TAPIA/EL SOL DE TAMPICO La población no acata las medidas
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