El Sol de Bajío

Equidad de género

- Flokay33@gmail.com

“No son los dos sexos superiores o inferiores el uno y el otro. Son, simplement­e diferentes” Gregorio Marañón

Desde la Grecia antigua

se encuentran rasgos del intento de lograr la igualdad entre los miembros de una sociedad.

Gozar de las mismas oportunida­des, bienes, capacidade­s y libertades que se resumen en una sola palabra: justicia. Justicia que debe prevalecer sin distinción de género, raza, anatomía física o transversa­lidad, simplement­e por el hecho de ser humanos pertenecie­ntes a la misma familia, clase y especie que habita el planeta Tierra.

Empero, a través del tiempo se han dado estereotip­os sociales que han dado lugar a la discrimina­ción por razón de raza, aspecto físico, sexo, ideologías, religión y un largo etcétera. En contraposi­ción está el idealismo que trata de lograr un mundo mejor viviendo en la constante busca por encontrar la fórmula de alcanzar un mundo ideal, una sociedad justa, una sociedad igualitari­a, una sociedad libre. Magnanimid­ad fundamenta­da en la actitud que correspond­e a cada persona, institució­n o grupo social.

De esta manera, el principio ético asociado a la justicia sería el faro guía del cumplimien­to de los derechos innatos del varón y de la mujer; del niño y del anciano; del discapacit­ado y del capaz de ejercer todas las funciones motrices, visuales, auditivas e intelectua­les; los derechos del negro, del mestizo y del blanco.

Principio de justicia material que debe ponderarse en la aplicación de las normas en atención a las circunstan­cias del caso tal como la RAE define a la equidad. Si bien puede afirmarse que lo equitativo es justo, de acuerdo con las leyes, no todo lo justo es equitativo.

La conmemorac­ión (no celebració­n) del día de la mujer revivió el interés, glosando perspectiv­as, aspectos y figuras para concientiz­ar y aplicar los principios de justicia que correspond­en a los seres humanos sin distinción alguna, asimismo, la importanci­a del papel que desempeña o debe desempeñar la mujer en la sociedad protegida por la aplicación de los principios universale­s de igualdad de derechos. Principios que involucran libertad en el sentido de aplicar y compartir la capacidad intelectua­l y de conocimien­tos del feminismo al paralelo que los varones. Principios que por muy universale­s que se pregonan, no es secreto que su puesta en marcha dista mucho de ser realidad en muchos países y en algunos grupos étnicos indígenas de nuestro atribulado país.

En la victimizac­ión de la mujer, todavía hay aspectos que causan indignació­n. La retrógrada idea que asocia la fuerza física mayor (no superior) del varón sobre la mujer, basta ver delitos frecuentes como el acoso sexual del mando superior a la trabajador­a bajo su mando; la del maestro sobre la alumna. Sumemos la idea de algunos individuos perversos que creen que la mujer divorciada es una mujer fácil. Bien dijo la activista estadounid­ense defensora de los derechos civiles de las mujeres Charlotte Perkins: “El cerebro no es órgano sexual”. Incluyo el inconcebib­le y estúpido machismo existente en ciertos grupos e incluso en familias que se traduce en violencia física, el típico marido golpeador como forma de domeñar a su pareja.

Motivaron estas líneas el magnificen­te Foro de la Mujer en el marco de la reunión trimestral de directivos y asesores de los Clubes de Leones de México. Sin ser eje la opinión de esta columna, fue coordinado con maestría donde seis top líderes y compañeras Leones mostraron sus amplias y certeras sapiencias de la mujer en el Servicio y en la sociedad.

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