No podemos cosechar lo que no sembramos El corazón es una riqueza que no se vende
ni se compra: Se regala. Es preciso comprender que no somos sólo materia, sino fundamentalmente esencia espiritual, luz e inteligencia. Nuestro mundo, nuestras circunstancias y todo lo que nos ocurre en la vida personal, son en gran mayoría creaciones nuestras.
Hay que saber distinguirnos sin llegar a la soberbia ni arrogancia, dejando a un lado prejuicios y ser realistas. La altanería no es grandeza sino hinchazón y, lo que está hinchado se ve grande pero es enfermedad. Si queremos transformar nuestro alrededor, lo primero que tenemos que hacer es mejorar nuestro ambiente, motivar la comunicación, dar paso al diálogo y crear un clima de confianza. Nuestra felicidad depende también de los demás; nuestro destino está ligado al porvenir de otros.
El ser humano no puede madurar aisladamente, requiere de sus semejantes; pero es necesario conocer a los que nos rodean en su realidad concreta, en sus conocimientos, en su calidad humana, sin tabúes ni apariencias.
La formación escolar es básica en la integridad del ciudadano. De ahí que todo maestro debe conceder libertad, asesorar y aprovechar la libre expresión de los educandos e instituir la comunicación, el diálogo, para contribuir a la superación de su vocabulario y su educación en general. El supervisor debe ser un visionario, capaz de enfrentar los conflictos y resolverlos con madurez.
Un supervisor, como auténtico profesional de la educación, debe lograr en sus maestros: desarrollar la capacidad de aprender a aprender en sus alumnos, respetar su talento y estilo de pensamiento, sugerir métodos más efectivos para dirigir el aprendizaje basado en su conocimiento y experiencia, desarrollar la dimensión de pensar críticamente y, ser una autoridad dispuesta a escuchar a sus maestros, guiarlos y sustentarse en la investigación.
Debe dejar atrás el estilo administrativo de capataz y ser sobre todo perspicaz, creativo, técnico y humano; que no base su responsabilidad en una estructura burocrática sino en una legítima supervisión con excelentes relaciones humanas de liderazgo, de orientación y de apoyo. La educación es un deber de alta prioridad social. Nuestros niños y jóvenes merecen más y mejor formación.
La mayoría de los grandes personajes nacen en hogares humildes, porque, siendo mayores los problemas y los obstáculos que viven, aplican mejor la inteligencia para solucionarlos. Cada problema debemos convertirlo en un reto y luchar por vencerlo. Es todo un acto imperdonable el que nos llenemos de envidia cuando miramos hacia arriba o el colmarnos de orgullo cuando miramos hacia abajo; lo mejor es impregnarnos de sencillez y humildad cada vez que se presente la ocasión.
Siempre hay que tener una actitud positiva ante la vida; hay que disfrutar de los buenos momentos porque los malos llegan solos. La única certeza que tenemos y sin temor de equivocarnos, es que un día, tarde o temprano, vamos a morir, pero no sabemos cuándo ni cómo ni dónde.
Lo que se siembra hoy se cosechará mañana. Cada quien lleva su cruz a cuestas y cada quien debe responder de sus actos. La vida es como viajar por el mar: días de calma y días de borrasca; lo esencial es ser buen capitán de nuestra nave.
El éxito es una bendición por la sucesión de esfuerzos. No queramos siempre depender de los demás, tengamos confianza y fe en nosotros mismos; esto nos llevará al éxito y lo disfrutaremos. Juzguemos a una persona cuando nos hallamos puesto en su lugar; una persona insignificante y débil puede ser un enemigo mortal. El dinero va y viene pero el tiempo que se va no regresa. No desperdiciemos el tiempo que es materia prima de nuestra vida.
El dinero va y viene
pero el tiempo que se va no regresa. No desperdiciemos el tiempo que es materia prima de nuestra vida.
Las virtudes que deben formar el carácter de un joven son: la modestia, el pudor, la templanza y la justicia. Tengamos valor para crecer y aceptar con dignidad quienes somos. Convirtamos los errores del pasado en valiosas experiencias. No salgamos adelante celebrando éxitos sino superando fracasos. Es parte esencial de nuestra vida tener verdaderos amigos en quienes confiar y fortalecerse pero, ¡cuidado!, se debe ser perspicaz para detectar quienes son los reales, algo escasos por cierto, reconociendo que un amigo falso es como un pantano cubierto de muy hermosas plantas.
Respondamos siempre ante nuestro corazón y ante nadie más. Respondamos ante nuestra persona. No vayamos contra nosotros mismos porque hacerlo es destruirnos. Aunque la gente nos respete y piense que somos personas muy serias, respetables, honradas, eso no va a enriquecernos. Escuchemos atenta y conscientemente nuestro corazón y así evitaremos equivocarnos; seguiremos en dirección correcta.
Sigámoslo a donde quiera que nos lleve. Si a veces nos lleva a algún peligro, recordemos que dichos riesgos son necesarios para que maduremos. Si a veces nos desconcertamos es causa de nuestra condición humana Caeremos muchas veces, sin duda, pero volvamos a levantarnos, porque cayendo y levantando es como recobramos fuerzas; así es como nos equilibramos para seguir adelante.