Funcionarios y diputados coinciden en cambiar el formato de comparecencias Tanto funcionarios como diputados quedan
a deber en la Glosa del Informe de Gobierno, al estar sujetos a un formato rígido y acartonado que regula las comparecencias, y que refleja que tanto las interrogantes como las respuestas planteadas, sean “planas”, y al final quede la percepción de que no se disiparon dudas e inquietudes, y por ende la función fiscalizadora del Legislativo al ejercicio de los recursos públicos, no sea lo efectiva que se requiere.
quienes los contestan, no dejen la impresión de haber evadido la parte toral, y con ello, que los asistentes y sobre todo los representantes de las empresas de comunicación, testimonien si hablan con “medias verdades”, o se van por lo político en lugar de apuntar lo que se les pregunta pero sin tapujos.
Porque con lo tieso y acartonado del modelo de glosa, no hay una verdadera valoración del ejercicio gubernamental, menos se puede decir que la función de fiscalización sea eficiente.
De ahí la intención de modificar el marco jurídico, a fin de que los miembros del legislativo realmente
cuestionen presuntas anomalías en el gasto público, pero también que enfaticen lo que consideren sea positivo. Y los gobernantes expliquen lo que han realizado, conforme lo estipula la regla de la administración gubernamental.
Deben existir escenarios en que los funcionarios puedan explayarse, pero enfocándose a responder de manera concreta lo que se les pregunta, con posibilidad de que haya al menos oportunidad de alguna réplica por las partes.
Y es que las presentaciones de los funcionarios en la Máxima Tribuna del Estado, con público afín, han sido de lo más aburridas, salvo atisbos de querer debatir en forma.
El debate debe girar en torno a lo realizado por el Gobierno del Estado en el periodo de que se trate, sin que lo que sobresalga sean posturas políticas. Se puede ser crítico, e incluso mordaz y hasta irónico, pero siempre con el objetivo de revisar la administración pública.
Un formato menos cerrado obligaría inclusive, a que los legisladores estudiaran más a fondo los detalles del informe, y a su vez los secretarios tendrían que al menos empaparse más de lo que han hecho, sin que hubiera todo un equipo de personas provistos de computados, que les estuvieran tarjeteando con los temas de las preguntas.