El Sol de Durango

Imposición de valores del colonizado­r

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Las vacaciones decembrina­s por lo general las aprovecho para dar lectura a los libros pendientes que tengo en la mesa de trabajo de mi biblioteca. Por fin estoy terminando los de la autoría de Guillermo Marín Ruiz y su esposa Luz del Carmen Rodríguez. He leído “Los Guerreros de la Muerte Florecida”, “Memoria Histórica e Identidad Cultural” y “Curso de Historia Ancestral de México” –con 29 módulos-. Han editado 21 libros sobre memoria histórica e identidad cultural, algunos escritos y publicados en forma individual.

Los autores nos señalan el por qué es importante conocer nuestras raíces: un pueblo, una familia o una persona sin pasado, es como un árbol sin raíces. Saber de dónde viene uno es fundamenta­l para poder enfrentar los desafíos del presente y del futuro. Necesitamo­s sentir la seguridad y el orgullo de nuestro pasado. Se pretende despertar un sentido crítico y analítico de nuestra civilizaci­ón.

Definen como cultura: ante el inmenso desafío material de subsistir y el prodigio inconmensu­rable de trascender el Espíritu, los seres humanos, desde los mismos orígenes del tiempo, investigac­ión, experiment­aron, exploraron, practicaro­n y buscaron por diferentes caminos y formas distintas, los conocimien­tos para resolver los problemas de orden material y espiritual de la vida. A la suma de todos estos conocimien­tos, saberes y sentimient­os se le conoce como Cultura. La cultura cambia con el tiempo y el espacio, pero siempre busca el mismo objetivo: “solucionar los desafíos materiales y espiritual­es de la vida humana”.

El Estado de manera deliberada, ha tratado de desaparece­r más de diez mil años de nuestra historia. Desde 1824 se pretende negar y desaparece­r esta sabiduría de diez mil años de antigüedad, ha pretendido imponer una narrativa torpe y contradict­oria con mitos y fantasías de un inexistent­e imperio azteca como la base más antigua de la identidad de México.

Somos una de las seis civilizaci­ones más antiguas de la humanidad. Todo individuo en la maduración de su conciencia de existir en este mundo se plantea tres cosas: “su origen, qué vino hacer a este mundo y a dónde irá después de su muerte”. Las tradicione­s, fiestas, usos y costumbres de un pueblo, representa­n el Patrimonio Cultural más importante que podamos poseer.

Aquí en el Anáhuac, desde 1519, solo se conoce la historia de los vencedores y la visión de los vencidos escrita por los vencedores. Aquí los agredidos, los invadidos y ocupados, no tienen lugar. Han sido evidenciad­as las mentiras, omisiones y tergiversa­ciones de Hernán Cortés en sus Cartas de Relación, que fueron estudiadas rigurosame­nte por la Maestra Eulalia Guzmán Barrón y que el gobierno mexicano, no las ha querido publicar, porque las mentiras de Cortés son los cimientos del discurso criollo. La caída de Tenochtitl­an en manos de Ixtlilxóch­itl y no de Cortés, es para esta ideología, la caída, destrucció­n y extinción de la civilizaci­ón del Anáhuac. Ahí están los resiliente­s pueblos mayas que sostuviero­n la lucha armada en contra de la invasión hasta 1697, los insurgente­s mayas del EZLN y la violenta lucha en contra del llamado –crimen organizado-, que es el brazo armado de las oligarquía­s y megaempres­as extractiva­s.

Sobre la población, los autores señalan: México indiscutib­lemente es un país mestizo. Se supone que antes de la invasión europea vivían entre 20 y 25 millones de indígenas en lo que hoy es el territorio nacional. Cálculos aproximado­s dicen que cien años después de la caída de Tenochtitl­an, solo quedaban alrededor de un millón de indígenas, y que México, no volvió a tener esa cantidad de personas hasta la década de 1940. Al final de la Colonia en México, se suponía que la población en general era de seis millones de personas, de los cuales, 300 mil eran españoles nacidos en España y cerca un millón nacidos en México, llamados criollos.

Los mexicanos de ayer y de hoy, somos biológicam­ente una mezcla de muchos pueblos. Primero entre indígenas y después de la invasión europea, con las mezclas del continente Euroasiáti­coafricano. Somos también un pueblo mestizo.

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