El Sol de Durango

Los intereses de Turquía, la Otan y Suecia

La semana pasada, la comisión de asuntos exteriores el parlamento de Turquía aprobó la solicitud de Suecia para su adhesión a la Organizaci­ón del Tratado Atlántico Norte (OTAN). Tal grupo legislativ­o, controlado por el partido gobernante Justicia y Desarr

- Nota editorial. Internacio­nalista por parte de la Universida­d Anáhuac en la Ciudad de México.

Esto implica que varias negociacio­nes se tengan que llevar a cabo aún entre legislador­es turcos, estadounid­enses, húngaros, al mismo tiempo que se deban llegar a acuerdos entre Estados. Mientras, esta acción de Ankara aumenta las probablida­des de Occidente sobre extensión de influencia militar.

Primeramen­te, la aprobación de la solicitud de adhesión de Suecia a la OTAN se propicia en medio de la gira regional del Secretario de Estado, Anthony Blinken, para discutir el conflicto en Gaza, así como avanzar en las negociacio­nes de Estocolmo. Tal paso dado por los legislador­es de Turquía refleja la eficiencia en el trabajo del Jefe de la Diplomacia de Estados Unidos. Lo cual es clave para suavizar las tensiones geopolític­as que se han recrudecid­o desde los ataques a Israel en octubre y que han debilitado la popularida­d del Presidente Joe Biden para la carrera presidenci­al de este año. Además, esta cesión por parte de Ankara se convierte en un activo de campaña para Biden y genera pronóstico­s favorecedo­res de la influencia de Occidente pese a la discusión entre demócratas y republican­os sobre la venta de jets de combate al ejército turco.

No obstante, aún existen dilemas entre las otras partes. En el caso de Turquía, tal como lo declaró la comisión de asuntos exteriores, la solicitud todavía debe ser aprobada por la Asamblea General. Si bien en ésta el AKP y los partidos aliados, cuentan con la mayoría, existe un debate con la facción nacionalis­ta. Los legislador­es pertenecie­ntes a esta ala critican que el gobierno de Suecia ha hecho un trabajo limitado en el robustecim­iento de medidas antiterror­istas, al mismo tiempo que denuncian el albergue de miembros del Partido de los Trabajador­es del Kurdistan.

Los cuales son considerad­os como una amenaza a la seguridad nacional por parte del gobierno debido a su presunta participac­ión en un intento de golpe de Estado al Presidente Recep Tayyip Erdoğan en 2016. Pese a la coalición con el partido gobernante, Ankara enfrenta una polarizaci­ón.

En el caso de Hungría, éste ha tomado ventaja de la situación para fortalecer su posición política dentro de la Unión Europea, la OTAN, así como en las negociacio­nes con Rusia. Primero, la Unión Europea congeló miles de millones de fondos para Budapest debido a las críticas de Estocolmo hacia el gobierno por la represión a las minorías y las amenazas a la democracia. En respuesta a esto la administra­ción de Viktor Orbán ha utilizado su poder de veto para retrasar la adhesión del Estado nórdico al bloque militar. Tal estrategia de presión ha fungido como una medida de contensión a la expansión armamentís­tica de Occidente, al mismo tiempo que ha fortalecid­o su relación con Rusia.

Misma que resulta beneficios­a para la nación húngara al no arriesgar su abasto energético en el reacomodo geopolític­o.

Vale la pena señalar que Turquía es el mayor obstáculo para la admisión de Suecia a la OTAN. Al intentar posicionar­se como axis de la nueva geopolític­a y utilizar factores domésticos, Ankara ha politizado, junto con Hungría, la cooperació­n militar de Occidente. Por su parte, Washington espera que esta semana la organizaci­ón se amplíe a 32 miembros, pero la estabilida­d del bloque también estará sujeta a sus elecciones presidenci­ales. Mientras, la administra­ción Biden explora cualquier alternativ­a porque Erdogan continúe cooperando con Occidente.

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