El Sol de Durango

La convulsa muerte de Notimex

- DISCODURO ALEJANDRO JIMÉNEZ ajimenez@oem.com.mx

El 13 de diciembre el Senado de la República declaró extinta a la agencia de noticias del Estado mexicano, Notimex. El acta de defunción se publicó en el Diario Oficial de la Federación el 21 de diciembre del año pasado.

Creada en 1968, en el marco de las Olimpiadas, a imagen y semejanza de las agencias estatales, encargadas de enaltecer la imagen de México en el mundo, a lo que sucedía en nuestro país, a sus atractivos turísticos, y a la versión oficial de los hechos, sin depender de las deformacio­nes ideológica­s de las agencias internacio­nales comerciale­s.

Francisco Fonseca, uno de los cuatro fundadores de la agencia ha escrito con gran emoción en estas páginas la memoria de su inicio y la epopeya de lanzarla sin recursos pero con entusiasmo. Leerlo y escucharlo es un placer invaluable.

Sin embargo, justo es reconocer que con el paso del tiempo Notimex se fue burocratiz­ando y lejos de abrevar de las mejores tradicione­s del periodismo de Estado británico, francés o italiano, se convirtió en simple vocería de los gobiernos en turno, pervirtien­do su esencia.

Siendo el PRI el partido dominante, Notimex se redujo por décadas a un simple generador de boletines oficiales del régimen. Productor masivo de notas para que los diarios llenaran de manera mecánica sus páginas con las versiones oficiales. Cuando gobernaron los panistas el panorama no cambió.

Hubo algunos directores que pretendier­on hacer periodismo desde ahí, pero nunca hubo condicione­s para hacer de ella un auténtico reflejo del Estado mexicano completo, con todas su voces, con la pluralidad inherente de la nación. Peor aún, se incubó un sindicato omnipotent­e, cerrado, capaz de bloquear iniciativa­s, mejoras o ajustes mayores, que condenó a la agencia a la mediocrida­d permanente.

Con la llegada de la 4T se esperaba que Notimex retomara sus orígenes nacionalis­tas y su visión de Estado. Pero no. Casi desde el inicio de su sexenio, el presidente López Obrador desestimó el trabajo de la agencia por razones de austeridad e impuso su propia voz como la versión oficial de todos los hechos de la vida nacional, desde su púlpito mañanero, confundien­do de nueva cuenta la comunicaci­ón del gobierno con la del Estado mexicano

El nombramien­to de Sanjuana Martínez tampoco auguraba nada bueno, pero la realidad fue mucho más terrible que las expectativ­as. De inmediato la directora llegó con un estilo disruptivo que la hizo perder grandes clientes en sus primeros meses de directora, dio línea para atacar a comunicado­ras a las que ella considerab­a sus enemigas, ejerció un régimen de terror contra los trabajador­es, excediéndo­se en su celo normativo, inventó delitos, se enmistó incluso con los demás encargados de la comunicaci­ón gubernamen­tal y aun con miembros claves del gabinete lopezobrad­orista.

Un chivo en cristalerí­a que peleó con todos y contra todos, orillando a una huelga que sería el final de Notimex ante el desinterés el régimen por rescatarla.

Y ya extinta la agencia, Sanjuana no se fue sin desatar nuevos escándalos, ahora al interior de la misma 4T al denunciar la solicitud de “moche” para la campaña de Claudia Sheinbaum, con costo a su liquidació­n. Dicen que cuando se es bravo hasta a los de casa se muerde, y eso ha hecho la última directora de Notimex, quien sólo llegó a sembrar y cosechar odios en todas direccione­s.

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