¿Qué hacer por la paz?
MIRAR.- Aunque autoridades federales afirmen cada rato que el país va bien y que el pueblo está contento, y lo mismo propaga la candidata de su partido a la presidencia de la República, nosotros tenemos otros datos.
En días pasados, estuve con varios sacerdotes que dan su servicio en comunidades donde los grupos criminales se pelean por dominar territorios, para extorsionar y cobrar “derecho de piso” a todo mundo. No es tanto el tráfico de droga, sino la extorsión. Los párrocos platican que hay poblaciones que se están quedando con muy poca gente, pues la mayoría huye hacia ciudades o lugares menos conflictivos. ¿Qué hacen los sacerdotes? No huir ni dejar al pueblo solo, sino acompañarles en su situación dramática. A veces, hospedan en la casa parroquial a algunas personas. Ayudan a la gente cuanto pueden.
Esos grupos armados no permiten que el párroco llegue a la casa y al templo parroquial, porque bloquean los caminos para todos, incluso para la autoridad civil local. Allí siguen los sacerdotes, cerca del pueblo que sufre. Son buenos pastores, que no abandonan a su pueblo, aunque ellos también padezcan amenazas y muchas limitaciones económicas incluso para subsistir. Las autoridades no han sido capaces de desarticular esos grupos criminales, que son dueños de territorios y de vidas. Hace poco, gobernadoras y gobernadores de Morelos, Guerrero, Michoacán y Estado de México se reunieron para abordar conjuntamente el problema; ojalá hagan cuanto más puedan por la paz de nuestros pueblos.
Algunos obispos buscan dialogar con líderes de esos grupos, no para hacer pactos bajo la mesa, sino para exhortarles a cambiar de vida, a respetar a las personas y sus bienes. Yo mismo lo he hecho. Nos exponemos, porque esas personas pueden reaccionar no en forma racional, sobre todo cuando están drogados, pero no podemos quedarnos sólo en lamentos y dejar todo al gobierno.
El episcopado mexicano ha promovido no sólo oraciones, sino distintas formas de implicar a la sociedad en la construcción de la paz. La oración tiene una fuerza increíble y en ella ponemos nuestra confianza, pero a Dios rogando y con el mazo dando. Se habla con las autoridades para insistirles en que hagan más por la paz social. Por otra parte, tratamos de educar para la fraternidad, empezando por la familia y la escuela.