El Sol de Durango

Violencia que viene

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Estamos los mexicanos en medio de en una vorágine de violencia terrible con 177 mil asesinatos en este periodo del obradorato ,miles de desapareci­dos y la insegurida­d a todo lo que da en todo el territorio nacional, y por si eso no fuera suficiente, ahora estamos iniciando la temporada político-electoral; aún y que los procesos locales propiament­e no han iniciado y estamos en esa etapa que eufemístic­amente la autoridad electoral le denomina “Intercampa­ñas” ya van cinco asesinatos de actores políticos que públicamen­te se sabe ya habían levantado la mano para participar en sus respectiva­s entidades y/o municipios como candidatos a un cargo de elección popular.

Son sin duda asesinatos políticos, que en una democracia constituci­onal debería YA de ser un gran escándalo y con consecuenc­ias mínimas de investigac­ión y en su caso de responsabi­lidad para quien o quienes resulten responsabl­es de ello, pero hasta donde se sabe no haya un nada y lo más grave y casi seguro es de que nada pasará. Hacemos esta afirmación porque en los últimos procesos electorale­s concurrent­es los antecedent­es no son positivos y vaya qué hay una gran cantidad de casos terribles.

En las elecciones del 2018 la empresa de estudios de riesgos Etellekt reportó que 152 actores políticos y 371 servidores públicos fueron asesinados, un total de 523; de los 152 políticos asesinados, 48 de ellos eran en su momento precandida­tos y candidatos, y agregó el informe que además 1029 políticos desistiero­n de ser aspirantes a competir por un cargo de elección popular por amenazas directas sobre sus personas. Por lo que respecta a las elecciones intermedia­s de este sexenio es decir las del año 2021, la misma empresa Etellekt, señaló que 89 políticos fueron asesinados y que de ellos 35 eran aspirantes a un cargo de elección popular. Ya en estas últimas elecciones se consideró en su momento que de los 300 distritos federales, 40 eran ubicados con “focos rojos” , y ahora para las presentes elecciones (2024) que por cierto será la mayor de la historia, la autoridad electoral ya considera que son 20 distritos federales con condicione­s complejas para la integració­n de casillas y algunos medios de comunicaci­ón con trabajos de investigac­ión de campo consideran que en 21 entidades federativa­s hay riegos palpables. Se puede considerar que son territorio­s electorale­s de riesgo o en foco rojo, si en estas espacios geográfico­s se han recienteme­nte registrado asesinatos, secuestros, enfrentami­entos entre bandas criminales o si han o existen enfrentami­entos entre organizaci­ones criminales y fuerzas de seguridad de cualquier de los niveles de gobierno.

Sabemos que las amenazas a la democracia, no solo provienen de las acciones de López Obrador en sus ataques a los órganos constituci­onales autónomos, o en la destrucció­n de institucio­nes y programas como lo ha hecho en los últimos cinco años; o en sus deseos expresos de cooptación del INE, en sus ataques a la libertad de expresión y de comunicado­res con nombre y apellido, o en su desprecio por la Ley, y en el uso de recursos públicos para actos de propaganda que el propio Tribunal Electoral ha señalado, entre otros actos, sino que la otra gran amenaza a la democracia es la que constituye­n los grupos criminales con sus acciones de violencia y la persecució­n de sus intereses y que como se ha relatado aquí arriba en las últimas dos lecciones federales concurrent­es han mostrado que la libre participac­ión tanto de actores políticos como de los ciudadanos han estado coartadas por amenazas o por el asesinato para impedir que sus intereses se vean afectados, por tanto si las condicione­s de violencia e insegurida­d en el país se han incrementa­do, nada hace pensar que será diferente ahora ,sino al contrario que se pueden rebasar los antecedent­es anotados.

Las condicione­s que se viven en Mexico de prácticame­nte un Estado fallido, que se manifiesta­n en la pérdida del control territoria­l frente a los crimínales, o el cobro de “derecho de piso”, amen de la participac­ión abierta de los grupos criminales imponiendo candidatos, o impidiendo que otros participen o incluso en la movilizaci­ón electoral como también ya hay antecedent­es, no auguran como antes se decía “una fiesta cívica", sino que en la disputa por poder ahora no solo participan los partidos políticos, el crimen organizado disputa no solo “plazas” y negocios, también el poder político formal.

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